20 PREGUNTAS CANALLAS Y UNA CANCIÓN
DESESPERADA
Entrevista a Miguel de los Santos
por Susana Cañil
Me
cita en su empresa, ubicada en la emblemática Gran Vía madrileña, a las 11,30
de la mañana. Un espacio situado en la octava planta de un edificio cualquiera
con vistas espectaculares al Madrid más canalla, ecléctico y provocador.
Desde
los amplios ventanales de su despacho te sientes poderoso y puedes, por un
momento, tutear a ese cielo capitalino, tan genuino. El mismo con el que los
madrileños soñamos en afincarnos de forma permanente, en un viaje directo desde el
asfalto y sin escalas intermedias; eso sí, cuando nos llegue la hora.
No me
sorprende la estética de su espacio de trabajo; sobrio, elegante, ordenado y
sencillo, muy acorde con la persona que lo habita. Sin adornos superfluos o
elementos que incomoden o distraigan. Una rápida ojeada y algo me llama la
atención; o más que algo, la ausencia de ese algo. Escudriño cada rincón
minuciosamente, pero no lo encuentro. No está. Creo que luego le preguntaré por
ello.
Miguel
es un hombre alto, de mirada sagaz, sin un ápice de grasa y distinguido. El
próximo 30 de julio cumplirá 83 años y al verle uno imagina que, en alguno de
sus viajes a parajes recónditos por esas tierras americanas, algún chamán con
poderes ocultos le inoculó una pócima que impide su envejecimiento. Me
recibe cariñoso y cercano y mientras sale a pedirle a su secretaria que nos
traiga unas botellas de agua, yo aprovecho para curiosear y tomar fotos.
Siempre me ha parecido que hay dos cosas que hablan de las personas; cómo luzca su espacio de trabajo y su forma de vestir. Respecto al primer punto, en él abundan las fotos familiares. Todo un mueble en el que se apoyan números marcos con retratos de personas de su núcleo familiar. En las paredes sus títulos, momentos profesionales y premios primorosamente enmarcados. En cuanto a lo segundo, está dotado de una elegancia inherente, de esa que viene de serie, que él potencia con un estilo impecable en su vestimenta y en sus maneras.
Siempre me ha parecido que hay dos cosas que hablan de las personas; cómo luzca su espacio de trabajo y su forma de vestir. Respecto al primer punto, en él abundan las fotos familiares. Todo un mueble en el que se apoyan números marcos con retratos de personas de su núcleo familiar. En las paredes sus títulos, momentos profesionales y premios primorosamente enmarcados. En cuanto a lo segundo, está dotado de una elegancia inherente, de esa que viene de serie, que él potencia con un estilo impecable en su vestimenta y en sus maneras.
La
trayectoria de Miguel de los Santos es de sobra conocida. Un legendario del
periodismo que inició su andadura en las ondas a mediados de los años 50 con
programas como Fórmula 45, Hoy es domingo, Vacaciones en España o Los 40
principales. También cosechó éxitos memorables en la pequeña pantalla con espacios
como Voces de oro, La gran ocasión, Retrato en Vivo, Mundo noche,
Viento, madera y barro, Con otro acento… Periodista, escritor, empresario, creador
de formatos, descubridor de talentos musicales, comentarista del Festival de
Eurovisión, reportero, viajero incansable y hombre familiar. Se describe como
honesto y visceral. Esto último me llama la atención pues, en principio, para nada lo aparenta. A medida que avance la entrevista, comprobaré
que no miente por sus respuestas rápidas, sin pensar, esas que emergen directamente de la fábrica del corazón y se cuecen en el puchero de las
entrañas. Porque…¿hay algo más veraz que un impulso?
1.- Una sola palabra que
defina para usted lo que es la radio.
«Magia».
2.- Cuando a uno le
describen como historia viva de la radio, significa que acumula cumpleaños en
el almanaque y experiencia en la mochila, pero… ¿cómo le sienta a Miguel de los
Santos cumplir años?
« ¡Divinamente! Si no los cumpliera, entonces sí que me sentaría mal.
Mira, te voy a confesar algo muy familiar. Cuando cumplí los 70 prohibí a mis hijos y a mi mujer que me
felicitaran porque me sentaba fatal.
Cuando rebasé esa cifra reflexioné y me dije a mí mismo que llegados a ese
punto de la vida, ya qué más daba. Y en esas estoy».
3.- Cree usted que todo
está inventado en el mundo de la comunicación.
«Para nada. Después de todo lo que está aconteciendo con las redes
sociales y el mundo digital, quién podría pensar que no se puede presentar otro
“milagro” que lo supere…Si hace treinta años alguien me hubiera anticipado todo
lo que iba a ocurrir en el ámbito de la comunicación global, me hubiera parecido
una quimera. Esto puede ir todavía mucho más allá».
4.- Sé que es usted un gran lector. Dígame esos libros que todos
guardamos a mano en nuestra biblioteca particular para releer tantas veces como
nos pida el cuerpo o la mente.
«Especialmente toda la novelística de García Márquez, la colección de
cuentos de Cortázar, encabezada por Rayuela,
que no es un cuento pero me fascina, no tanto la historia que cuenta, sino la
arquitectura que desarrolló para escribirla, y toda la primera etapa de Mario
Vargas Llosa».
5. - Vivimos en un mundo cambiante donde cada década, cada año
hace que nada se parezca a lo anterior, tanto en el mundo como en España. ¿Cree
que ahora se cumple lo que anticipó el programa España innova y estamos
ahora a la vanguardia?
«Si no a la vanguardia, sí
al menos en el grupo de cabeza, en ese que se disputa el título».
6.- La música fue su primer motor al llegar a la radio y durante
años su opinión fue muy valorada. Me gustaría hablar de esa relación entre
discográficas y medios. ¿Era tan problemática como se comenta o por el
contrario había empatía con los jefes de
promoción?
«Siempre fui un ingenuo y bastante tontorrón. He ido a lo mío que era la
creación, desarrollar mis ideas dentro de esta profesión tan fascinante de la
comunicación y del periodismo. Cuando me di cuenta de todo lo que se cocía en la trastienda del mundo discográfico,
ya era demasiado tarde para denunciarlo porque yo ya estaba fuera de todo
aquello. Con el tiempo sí confirmé que había una mafia discográfica en España
en la que estaba pringado un gran porcentaje de la gente que formaba parte de
ella, incluso con el beneplácito de las propias empresas. La SER fue pionera en
cobrar cánones, a mi modo de ver ilegales, por colocar discos en los primeros
puestos de Los 40 principales y otros
programas similares. Desconozco si los gestores participaban o era algo
puramente empresarial. Cuando la gente se jubila se suelta la lengua y algunos
directores se jubilaron y entonces algunos amigos míos me contaron cosas que
cuando estaba en activo no hubiera podido ni imaginarme. Incluso colegas míos,
me consta que ponían la mano bajo cuerda».
En este punto le miro sorprendida. No por lo que cuenta, que a estas
alturas de la película ya nada nos descoloca ni nos asombra en esta sociedad
vulgar, pervertida y huérfana de valores, sino por el hecho de que me lo está
contando en voz alta y con mi grabadora en funcionamiento encima de su mesa,
como fiel testigo de cargo. Se lo
recuerdo y le digo que me está proporcionando un titular jugoso. Él asiente, tranquilo y sonriente y a modo de
respuesta me contesta algo que zanja cualquier duda:
«A mis años ya me puedo permitir
cualquier cosa».
7.- Vivimos en la época de los talent show, espacios de televisión donde jóvenes que cantan
participan en karaokes gigantes en pos de la fama. ¿Cómo han cambiado las cosas
entre La gran ocasión y los programas
actuales como La Voz?
«Fundamentalmente en lo que se refiere a la tecnología. Lo esencial en
el hombre son las ideas y en el artista, lo que es capaz de transmitir. Los
elementos que lo envuelvan pueden potenciar sustancialmente el hecho de la
puesta en escena. Pero en el fondo yo creo, en mi humilde opinión, que la
llamada Década prodigiosa, es
irrepetible. Solistas y grupos con un catálogo tan extenso y de una calidad tan
abrumadora como aquellos artistas, ni se dan ahora, ni se podrán dar jamás».
Pasa a darme un listado de nombres, grandes
nombres de la música española y alguno de fuera, todos muy reconocidos que no
reproduzco aquí porque son tantos que él teme haberse olvidado de alguno.
Olvido que sería imperdonable, pues mantiene amistad cercana con muchos de
ellos. Así que, echad mano de vuestra memoria y/o cultura musical y os saldrán
muchos, muchísimos porque fue una época fecunda y memorable.
Yo pienso que ahora prima mucho más el continente que el contenido.
¿Está de acuerdo?
« ¡Absolutamente! Los medios técnicos son esenciales: iluminación,
sonido, escenografía, coreografía…Mira voy a darte un dato. Cuando yo hacía el
programa La gran ocasión disponía de
la gran orquesta de RTVE, el Estudio 1 que era el mejor plató de Prado del Rey,
el ballet de Gisa Geert y de una figura internacional que apadrinaba la nómina
de los pretendientes a ganar el concurso. A nivel humano todo era excepcional,
pero técnicamente era otra historia; no me podía mover por el plató con
independencia, porque los focos de iluminación estaban marcados en el suelo y
yo no podía salirme de allí. Todo eso te condicionaba y te creaba una sensación
robótica y limitante. En cuanto al sonido ya ni hablamos. En una ocasión tuve
de invitada a Vicky Leandros, la que fuera ganadora del Festival de Eurovisión, al terminar la entrevista, que era en una
mesita baja con micrófono, me levanté y fui andando y hablando a la vez hacia
otra parte del estudio. Se me olvidó coger el micro y, por supuesto, nada de lo
que dije se escuchó. Como esa anécdota, tengo cientos. Pero volviendo a tu
pregunta inicial hoy no prima la calidad ni el talento. Con una buena campaña
promocional y los medios técnicos tan avanzados que hay hoy en día, cualquiera
puede triunfar. Ejemplos tenemos muchos».
8.- ¿Qué queda de aquel joven que nació y se crió en Valdemoro?
«Mucho, queda mucho, afortunadamente. Porque si no hubiera sido ese
joven que nació allí, tal vez hubiese sido uno de esos que pusieron la mano en
esos tiempos de los que te hablaba antes. Queda la ingenuidad, queda esa pureza
mental que una supervivencia posguerra
obliga a un chico de pueblo, que para más señas era el hijo del
secretario del ayuntamiento, a mantener la compostura en las formas, tantos en
las exteriores como en las interiores. Yo era un chico de aquella burguesía que
heredaba la gabardina de su tío para ir a los guateques a bailar con las
chicas. Y de ahí nace la novela que acabo de publicar, donde se refleja ese mundo y dentro de los múltiples
personajes que propongo, hay mucho de aquel chico de Valdemoro».
¿Y su amor por el cine también viene de allí?
«Sí, mi padre para sobrevivir, antes de la guerra, tuvo casi una docena de cines repartidos entre Madrid y Toledo. La guerra se lo llevó todo por delante, los cines y su plaza en un ayuntamiento de primera. Tuvo que conformarse con uno de tercera como el de Valdemoro. Los republicanos le tacharon de facha, los nacionales de republicano y de rojo, con lo que se quedó entre dos aguas. Y como era mucho más tibio que yo, que no lo soy en absoluto, pues se conformó con lo que había. Eso nos enseñó mucho para transitar por la vida. Pero lejos de quejarme, considero que ha sido una experiencia importante para todo lo que después he vivido».
«Sí, mi padre para sobrevivir, antes de la guerra, tuvo casi una docena de cines repartidos entre Madrid y Toledo. La guerra se lo llevó todo por delante, los cines y su plaza en un ayuntamiento de primera. Tuvo que conformarse con uno de tercera como el de Valdemoro. Los republicanos le tacharon de facha, los nacionales de republicano y de rojo, con lo que se quedó entre dos aguas. Y como era mucho más tibio que yo, que no lo soy en absoluto, pues se conformó con lo que había. Eso nos enseñó mucho para transitar por la vida. Pero lejos de quejarme, considero que ha sido una experiencia importante para todo lo que después he vivido».
9.- ¿A quién conoce usted
que debería entrevistar yo?
Cara de sorpresa, piensa unos segundos y rápidamente lo tiene
claro.
«Yo te diría, porque le adoro como persona, como amigo y como
profesional, a Luis del Val. Es un genio que todavía no está reconocido como
tal. Te recomiendo encarecidamente su último libro».
Se levanta de la mesa y va hacia su escritorio, atrapa su teléfono móvil
y marca el número de Luis del Val al que le habla de mí y de su interés en que
le entreviste para mi blog. Por supuesto, yo estoy agradecida y encantada. Siempre
he sentido fascinación por los hombres armados intelectualmente y hoy estoy de
suerte; voy a entrevistar a dos. Le doy las gracias por el detalle y la rapidez
de su respuesta y volvemos a retomar la entrevista. Pero en ese ínterin,
aprovecho para preguntarle eso que me llamó la atención al llegar.
¿Usted no tiene ordenador?
«Sí y no. Yo escribo a máquina. De hecho, todo lo escribo a máquina. No
solo la novela que acabo de publicar (600 páginas), sino todo lo demás. Se lo
doy a mi secretaria y ella lo transcribe al ordenador».
¡Esa pobre mujer tiene ganado el cielo!, le digo cediendo a mi
impulsividad. Él se ríe y la llama al despacho para que
traiga su último artículo publicado. Efectivamente aparece ella con el original
escrito en la máquina de escribir y los posteriores borradores, con tachones y cambios,
que a su vez ella debe ir incorporando. De repente tengo la sensación de haber
retrocedido en el tiempo y ese despacho se me antoja anacrónico y sumamente
romántico cuando él saca de algún lugar que desconozco una preciosa Olivetti
Lettera 35.
«Únicamente utilizo el ordenador para correos electrónicos. El resto, en
esta joya».
10.- Aunque no es su
primera incursión en el mundo literario, acaba usted de publicar su primera
novela, El fabuloso mundo de Mateo
Benavides. ¿Cómo surge la idea de embarcarse en esta aventura?
«No surge, era un compromiso que tenía conmigo mismo desde hacía mucho
tiempo. Yo creo que hoy disfrutamos de un estado de bienestar, una sociedad
confortable, amable, con un cierto dispendio, estamos inscritos en el primer mundo
que tantas cosas buenas tiene, pero en el que se han perdido muchos valores de
capital importancia. El libro podría definirse como la biografía de un
personaje utópico en un pueblo utópico, todo imaginario, pero al ser un hombre
al que le queda poco tiempo de vida, como es mi caso por una cuestión generacional,
no quiere irse de este mundo sin poner en valor cosas que nos hemos dejado en el camino y que finalmente es el rédito
que toda sociedad paga a cambio del progreso».
En el libro se respira una atmósfera de la propia vida de Miguel
de los Santos. Todos los escritores dejamos un cierto rastro, pistas sobre nuestra
vida, me atrevería a aseverar que por esa cuota de vanidad que habita en cada
uno de nosotros, en mayor o menor medida. Y por esa necesidad de trascender, de
“asegurarse” que cuando te vayas, alguien en algún sitio te leerá y eso,
inevitable y mágicamente, te convierte en eterno. Él divide la obra en dos
partes claramente diferenciadas: el hemisferio norte y el hemisferio sur. La primera
parte discurre por un mundo rural, en la España de la posguerra, de la
transición, la llegada de la democracia. Y la segunda, es un recorrido por los
18 países de Iberoamérica que Miguel conoce tan a fondo.
11.- Un defecto y una virtud que sean su seña de identidad.
«Uff, me cuesta mucho hablar de mis posibles virtudes, pero te diría que
soy una persona honesta. Y en cuanto al defecto, soy muy visceral».
"POR NADA DEL MUNDO VOLVERÍA A
RETRANSMITIR EL FESTIVAL DE
EUROVISIÓN"
12.- Cuéntame algo que no haya contado nunca de sus años como
comentarista del Festival de Eurovisión.
«Pues resumiendo es un trabajo de
oficio. Algo que a veces los profesionales del medio tenemos que hacer. Un mal
menor. Te voy a contar una anécdota. Llevaba yo ya hecha la primera etapa de mi
vida profesional en televisión con programas como Retrato en vivo, Voces de oro,
Especial pop, que fue el primer programa
que hizo en España Valerio Lazarov…De repente se presentó la oportunidad
que yo buscaba de ser reportero con el programa Con otro acento. Ahí descubrí la verdadera esencia de este oficio.
Fue una etapa mágica en mi vida, dando muestras de un mundo que nadie conocía.
A partir de ahí ya no dejé de dedicarme a la tele desde ese aspecto haciendo
programas como Mundo noche, Viento, madera y barro y otros tantos. Toda
la vida viajando con la cámara por esos mundos. Siempre hemos tenido en casa
dos matrimonios amigos. Uno de ellos fue
director general del sello discográfico Zafiro, Antonio Ortega.
Una noche después de cenar, jugando en casa una partida de cartas con Antonio y su mujer, me cuenta que había vuelto un determinado personaje a la dirección de programas musicales de TVE y me sugiere que hable con él para volver a retransmitir el festival y yo le contesté: Por favor, Antonio, no me estropees la cena. Cuando uno se encuentra con lo que es el periodismo serio, real y, además, tiene cierta edad, ir a contar cómo es el vestidito de la representante de Luxemburgo o los berridos que está dando el cantante de Mónaco, es lo menos apetecible para un periodista que te puedas imaginar. Resumiendo: ni loco volvería a presentar un programa así. La vida de un profesional tiene etapas y estas son cosas que se hacen en acto de servicio, pero nada gratificantes».
"SOY MADRIDISTA, PERO POCOS
SABEN HASTA QUÉ PUNTO "
Una noche después de cenar, jugando en casa una partida de cartas con Antonio y su mujer, me cuenta que había vuelto un determinado personaje a la dirección de programas musicales de TVE y me sugiere que hable con él para volver a retransmitir el festival y yo le contesté: Por favor, Antonio, no me estropees la cena. Cuando uno se encuentra con lo que es el periodismo serio, real y, además, tiene cierta edad, ir a contar cómo es el vestidito de la representante de Luxemburgo o los berridos que está dando el cantante de Mónaco, es lo menos apetecible para un periodista que te puedas imaginar. Resumiendo: ni loco volvería a presentar un programa así. La vida de un profesional tiene etapas y estas son cosas que se hacen en acto de servicio, pero nada gratificantes».
13.- Usted me parece un hombre cordial, educado, elegante y me
arriesgo a pensar que tradicional. Tiene aspecto de galán de cine, de hombre
bueno y confiable. O eso, al menos, es lo que me dicta la intuición. Pero soy
de las que opinan que todos llevamos un extravagante dentro. Dígame algo que
haya hecho o dicho a lo largo de su vida que esté en las antípodas del perfil
que le define.
«Precisamente todas las extravagancias que he hecho en mi vida, son las
que no te puedo contar». (Risas
generales de los cuatro que estamos allí)
«Posiblemente si te cuento alguna, creo que me costaría hasta el divorcio».
Yo le insisto, claro. Mi obligación como entrevistadora es arrancarle la
información, pero siempre preservando la dignidad; la suya y la mía. Le insto a
que me cuente algo raro, insólito, algo que no haya confesado nunca, sin que le
cueste un cisma familiar. Al final me dice que me va a confesar una extravagancia
que no va a molestar a nadie y que poca gente sabe. Obviamente yo le digo que
eso no me interesa a mí ni a nadie, pero hace caso omiso de mi queja y comienza a
contarnos.
«Tengo fama de madridista pero nadie sabe hasta qué punto. No sé si os
acordáis de aquella copa de la Uefa que jugaba el Madrid en aquellos años en
que dejó de jugar la Copa de Europa, era un torneo secundario. Jugaba un
partido eliminatorio con un equipo inglés, que no recuerdo ahora, que perdieron
en Londres por tres a cero y luego ganaron en el partido de vuelta por cuatro a
cero con un gol de Santillana. Estamos hablando del año 1975 por lo que mi
memoria puede jugarme malas pasadas con el número exacto de goles y demás
detalles. En esa época yo andaba por esos mundos y ese partido de vuelta me
pilló en un lugar tan recóndito y maravilloso como el archipiélago de San Blas
que tiene 365 islas y que está en Panamá. Solo se puede acceder en avioneta. Yo
había hecho una apuesta con unos amigos a que el Madrid remontaba. El día
después de haberse jugado el partido, yo no sabía el resultado. Imagina que
allí no había ni prensa, ni radio, ni teléfono. La comunicación era
inexistente. Yo me alquilé por mi cuenta una avioneta y me fui de la isla a
Panamá City, allí tomé un taxi hasta la
delegación de Iberia para consultar un periódico en el que pudiera informarme
del resultado. Vi que había ganado. Tomé de nuevo el taxi y la avioneta y
regresé a la isla dando saltos de alegría por la victoria de mi equipo. La gente
se pensaba mucho el hacer ese viaje porque circulaba una leyenda que decía que
de cada seis avionetas que salían, volvían cuatro. ¡Esa es una extravagancia,
no me digas que no!».
Un gran cuadro con una foto enmarcada del estadio Santiago Bernabéu, preside su despacho. |
Busca mi aprobación con la mirada, pero no comulgo. Y le digo que no,
que yo eso no lo catalogo de extravagancia. No está dispuesto a más concesiones
en esa pregunta, así que, paso a la siguiente.
14.- Último libro que ha leído.
«No te lo vas a creer. Acabo de releer, por tercera o cuarta vez, La Hojarasca. Por decirte el último, porque
estoy leyendo uno, que todavía no lo he acabado, un libro maravilloso que me
regaló mi hijo que sabe que soy un loco de las rarezas literarias, que es un
libro de entrevistas a los grandes autores iberoamericanos realizadas por
periodistas norteamericanos en los años 80, es decir en plena eclosión del
realismo mágico. Ahí he descubierto cosas que no sabía y que me molesta no
conocer. Por ejemplo, no sé si habéis leído algo de un tal Bustos Domecq. Pues he descubierto en
una entrevista que el tal Bustos no existe. Bajo este seudónimo firmaban
conjuntamente, con el apellido de sus respectivos bisabuelos paternos, Borges y
Bioy Casares una colección de relatos detectivescos. Una maravilla.».
15.- Comenzó en la radio a mediados de los cincuenta y vio el
nacimiento de la radio musical con Raúl Matas y Tomás Martín Blanco. La música
pop supuso el paso del blanco y negro al color para los jóvenes españoles y una
seña de identidad tan importante como lo es hoy Instagram. ¿No cree que los
jóvenes necesitan buscar esa identidad propia sin importar la época?
«Yo creo que el arte es arte más allá de la época en la que surja. Yo lo
que recomiendo a todos los jóvenes de la música actual es que se den una vuelta
por los orígenes. Yo mismo, que era el que incentivaba a los jóvenes de mi
época a escuchar a aquella fabulosa década prodigiosa, soy el mismo que idolatra
a artistas como Imperio de Triana, Machín, Concha Píquer, boleristas antiguos,
Lorenzo González, Lucho Gatica… No hay que anclarse en una época porque siempre
es consecuencia de otra».
Aquí hacemos un inciso para comentar el ridículo espectáculo vivido hace
unas semanas en el programa La voz senior.
En una de las audiciones a ciegas, ninguno de los cuatro entrenadores, instructores del programa (me niego a utilizar un absurdo término en inglés teniendo un maravilloso idioma como el español), David Bisbal, Pablo López, Antonio Orozco ni
la infumable Paulina Rubio, fueron capaces de identificar la celebérrima y
magistral Señora azul en la magnífica
voz de José María Guzmán, dejando clara la incultura musical de una pandilla de
catetos que se erigen como jueces y referentes musicales. Bochornoso es lo más
tibio que se nos ocurre.
16.- En 1961 había que escoger
entre Paul Anka, el Dúo Dinámico y Elvis Presley. Si tuviera que elegir a tres
personajes que hayan sido esenciales en su vida, ¿a quiénes elegiría?
«Esencial en mi vida, mi mujer. A partir
de que nos casamos, aclaro. Antes, yo era un poco pirata. No estaba muy
convencido de casarme con ella, ni con nadie. Es más, intenté cortar aquello
porque lo de sentirme atado no iba conmigo. Luego rectifiqué y la verdad que
ella ha sido primordial en mi vida y en mi carrera. Recuerdo cuando me embarqué
en el proyecto de reportero por América con el programa Con otro acento. Iba a estar tres años fuera y mis hijos eran
pequeños, lo que suponía que tendría que ser ella la que llevara el peso de la casa
y la educación de los niños; jamás una queja. Muy al contrario, lo que yo
hiciera o decidiera estaba siempre bien. Mientras yo andaba golfeando por esos
mundos de dios…».
Nos reímos y le recuerdo, nuevamente, que esto graba.
«Ya,
ya. Tenemos tantos años que ya no corro ningún peligro. Esta entrevista, en
estos términos y con estas confesiones, hubiera sido impensable hace veinte
años. Ahora ya está todo superado. A estas alturas ya no nos vamos a divorciar
por asuntos del pasado».
«La
segunda persona importante en mi vida te diría que Oscar Banegas, creador de
los Chiripitifláuticos y la persona
que me propuso para el programa Con otro
acento. Por entonces teníamos una situación económica muy justa, estábamos
pagando la casa, había otros muchos
compromisos y cuando me quise dar cuenta había firmado un contrato ruinoso. Yo
cobraba 50.000 pesetas por programa, pero no tuve en cuenta que tardábamos un mes en hacer el documental y
yo ganaba cuatro veces más aquí en España y dejaba todo para poner en marcha
aquello. Tras el primer programa, pedí árnica porque mi familia no podía vivir.
Entonces me encargaron crónicas adicionales y también una serie, que fue
pionera y que venía a ser lo que ahora hacen todas las cadenas tipo Españoles
por el mundo, Andaluces por el mundo, Ciclistas por el mundo…(risas). Con
aquello pude mantener a mi familia y de alguna manera solventar el dislate
económico que había provocado sin darme cuenta».
«Y la
tercera persona mi padre, sin duda. Lo que pasa es que mi padre era una bellísima
persona, demasiado buena. Yo tengo otro carácter, más en la línea de mi madre
con peor uva, pero más disimulada. Él quería que yo fuera arquitecto y tuve que
hacer periodismo por la puerta de atrás. Cuando aprobé el ingreso me presenté
en casa y lo dije. Salimos tarifando, pero después lo aceptó y me apoyó en
todo. Era un santo, haciendo honor a su apellido».
17.- Es una persona muy
familiar, alguien que disfruta de la compañía y del contacto con los
suyos. El modelo de familia ha cambiado
radicalmente. ¿Con el peso de la madurez, se ve usted cómodo con todas las
innovaciones sociales que han llegado para quedarse?
«Hombre, yo ahora mismo agradezco haber superado todas las tentaciones
que tuve para irme de casa. A lo largo de la vida y sobre todo cuando tienes
una profesión no solo libertina, sino tan libertaria como es esta, te planteas
de todo. Conoces mujeres hermosas por el mundo y si tienes fama y pasas mucho
tiempo fuera, hay muchos estímulos que pueden hacerte perder la cabeza. Por
fortuna superé todas esas tentaciones y hoy lo agradezco. En cuanto a los
diversos modelos de familia que hay ahora, siempre he tenido la mente abierta,
muy progresista y por delante de mi tiempo. Cada uno es dueño de su destino y
al final todos vamos a rendir cuentas de la misma manera. Hay que beberse la
vida, disfrutar de cada instante, sacar todo el jugo posible».
18.- No podría vivir sin…
«Ahora mismo sin mi mujer». (En este instante yo muero de envidia. Que un hombre diga eso de ti,
suena a música celestial. Lo digo en voz alta y entonces él me aclara la
respuesta, rompiendo un poco la magia).
«Bueno, pero esto te lo digo ahora. Si me lo preguntas hace veinte o
treinta años, no te hubiera contestado lo mismo».
"TE VOY A CONFESAR ALGO: LA
MÚSICA NUNCA ME INTERESÓ LO
MÁS MÍNIMO "
19.- Qué música escucha en sus momentos privados por placer.
¿Sigue escuchando a sus viejos ídolos, a aquellos artistas con los que
compartió estudio o está al tanto de las novedades actuales?
«Las novedades han dejado de interesarme. Mira te voy a confesar algo
que probablemente sorprenderá a la gente que lea esta entrevista: la música, en
general, siempre me ha importado más bien poco. Exceptuando la ópera y la
música clásica, el folclore y Serrat, no escucho nada más. Simplemente, no me
interesa, nunca me interesó».
20.- Hay personas que se retiran de la vida y otras que la vida
las retira a ellas. ¿A qué grupo pertenece usted?
«A mí me tendrá que
retirar ella. Yo estoy encantado de estar por aquí».
1.- Una canción a la que vuelve una y otra vez, por el motivo
que sea. Esa que podría ser su epitafio, la banda sonora de su vida o su plan
B.
«Te va a chocar, pues
después de hablar de música clásica y ópera, esto que te voy a confesar no
encaja mucho, pero me gustaría morir escuchando una canción que por muchos
motivos fue importante, por todo lo que representa para mí. Y es una canción de
Roberto Carlos, que se llama La distancia.
No le pregunto la razón; la letra de esa maravillosa canción
creo que lo explica todo.
Acabamos la entrevista, pero apago la grabadora y seguimos ahí
un rato largo más sin ganas de despedirnos.
Me regala su libro dedicado y yo, tonta de mí, no he traído los míos para correponderle. A veces,
esos olvidos me regalan excusas perfectas para volver a ver a gente
interesante. Es el caso.
Gracias, Miguel, por una charla tan enriquecedora. Nos vemos muy pronto.
Entrevista realizada por Susana Cañil
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