¿SEXO EN LA PRIMERA CITA?
Mi entrada de hoy analiza un artículo que leí hace un tiempo en un
suplemento femenino, de esos que yo antes admiraba por sus entrevistas y por abordar temas de calidad y que ahora aborrezco un poquito más cada día.
Rellenan sus páginas con reportajes sobre las “cremas milagro”, los secretos de
la eterna juventud, avances con el botox, moda irreal a precios inalcanzables y
entrevistas a famosillas, modelos y actrices de dudosa gloria. En definitiva,
nada en lo que invertir mi preciado y escaso tiempo.
Pero estoy en la consulta del dentista y lleva un retraso monumental así
que, decido entretenerme con algo que no sea de color rosa. Paso las páginas
con rapidez, descartando todo aquello que no me interesa a primera vista, con
la intención de devolver la publicación al revistero lo antes posible.
De repente un titular me llama la atención y comienzo la lectura. El reportaje
plantea el tema de si tener sexo o no en la primera cita con un hombre. Y
recalco, hombre. Me parece llamativo el hecho de que se escriba sobre algo así
viviendo en el siglo en el que vivimos y que, además, el artículo aborde esa
decisión desde el prisma femenino y su abanico de posibles consecuencias.
¿Por qué no desde un punto de vista general
que incluya a los hombres también? Porque si es la primera cita, lo es para los
dos, digo yo. Primer error o primer horror, que viene a ser lo mismo. La
curiosidad me invade, aun cuando sé que todo lo que lea después va a resultar pura sandez.
Según avanzo en su lectura me voy soliviantando. Plantea
cuestiones tales como: “Cuál es el momento adecuado para hacerlo y ser una
dama” o “Si intuyes que te vas a enamorar, es mejor esperar”. Para mí ser
una dama no depende de eso. Ni siquiera el hecho de nacer mujer te concede la
distinción de dama. Esa alcurnia hay que ganársela cada día con tus actos, tu
comportamiento, tus gestos… Hay que serlo las veinticuatro horas del día,
en público y, especialmente, cuando
estás a solas contigo misma. Y por otra parte, habrá otras mujeres que ni deseen
ni pretendan ser unas damas. En mi modesta opinión, igual de respetables.
¿Enamorarse en la primera cita? ¿Quién hace eso? De acuerdo que enamorarse es un acto
irracional que no responde a ninguna lógica (yo misma siempre me he enamorado de hombres que estaban en las antípodas del modelo que me atraía) pero no es menos
verdad que es un proceso que requiere un cierto tiempo, roce, conocimiento,
atención, entrega, valor, predisposición… Eso de amor a primera vista no
existe. Existe atracción a primera vista, que es algo completamente diferente. ¡Y
menos mal! Porque si tuviéramos que practicar sexo solamente teniendo la
certeza absoluta de que es el amor de nuestra vida, algunas morirían vírgenes.
A veces, una conexión física brutal es suficiente para iniciar una
relación placentera sin vislumbres de un
ulterior amor auténtico y pluscuamperfecto,
sin intrincadas y absurdas lazadas que incluyan en la ecuación a nuestro caprichoso corazón al que, en
ocasiones, deberíamos dejar castigado en el banquillo. Ya habrá ocasión de
sacarlo al campo de juego, si él mismo lo relama.
Cuando termino de leer el ¿artículo? me ha brotado urticaria por todo el
cuerpo. Está escrito por una mujer, lo cual es aún peor. Corrobora mi teoría de
que las mujeres somos nuestras peores enemigas. Se pone en tela de juicio
la honradez o decencia de una mujer, dependiendo de si se va a la cama con un
hombre en la primera o en la quinta cita. ¡Vaya! Desconocía que la
dignidad o la virtud de una mujer se midieran por esos parámetros. Por otro
lado, me gustaría saber la razón por la que no plantea los mismos interrogantes
referidos a un hombre. ¿O es que a ellos se les presupone la decencia o la
falta de ella de antemano?
El discurso es arcaico, decimonónico, un fósil con tintes
rancios acorde con el periódico en el que se publica. Mientras existan
mujeres que escriban así, todo lo demás no valdrá para nada. No avanzaremos si tenemos que luchar contra mentes estrechas
y apolilladas de nuestro propio género
que van prendiendo etiquetas tan pasadas de moda como la vajilla de mi bisabuela
¡El enemigo en casa!
Hoy en día una mujer toma sus propias decisiones, libres y
basadas en sus apetencias. Ajenas a cualquier comentario, crítica o posterior
repercusión que pueda generar su comportamiento. Lo importante es hacer
las cosas cuando una quiera, en el momento que quiera y con quien quiera. Si
está enamorada o si no lo está, si
responde a un acto de amor sublime o a
un puro instinto carnal, son detalles irrelevantes que en ningún caso definen
la respetabilidad de una mujer ni la incluyen en ninguna categoría o
clasificación. ¡Faltaría más!
¿Decencia? ¿Qué me decís de esas monjitas a las que se les descubrió una
cuenta oculta en Suiza? ¿Acaso eso no es una obscenidad infinitamente más intolerable?
A mí me lo parece, por mucho que presuman de vírgenes y castas, en el hipotético caso de que lo sean.
Obsceno, absurdo e indecente se me antoja el que a esta señora la permitan publicar algo así y encima la remuneren por ello.
Considero tan legítimo y natural que una mujer se vaya a la cama con un
hombre en la primera o en la décima cita. Dependerá del momento, de la
situación, del hombre, de las ganas, de las circunstancias y de mil factores maravillosamente
incontrolables e imprevisibles… ¡o no! Pero sobre todo, que sea cuando a nosotras
nos dé la real gana.
Y por otra parte, a veces es mejor en la primera cita porque… ¿quién te
asegura que habrá una segunda?
Postdata: nunca más he vuelto a comprar ni a leer ese suplemento.
Autora del texto: Susana Cañil
Todos los derechos reservados
Autora del texto: Susana Cañil
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