Seguidores

lunes, 31 de octubre de 2016

CAMBIO DE HORA Y CAMBIO DE AHORA


CAMBIO DE HORA Y CAMBIO DE AHORA



Es sábado y por primera vez en mucho tiempo, sé que no tengo que brincar de la cama corriendo, camino de la radio. Es una sensación extraña. Ni mejor ni peor, simplemente distinta.

Organizo mentalmente mi día para poder hacer cosas que quiero y que tenía abandonadas, aplazadas, semiescondidas… Cosas corrientes, nada del otro mundo. Porque yo soy de planes sencillos, de esos al alcance de cualquiera, pero que la mayoría de las personas solo aprecian cuando ya no pueden disfrutarlos. Soy casera, cercana y cotidiana y quien me conoce de verdad, sabe que es así. Disfruto viendo una película en casa, leyendo un libro o desayunando con mis amigas íntimas mientras nadamos entre mares de confidencias.

Hoy luce un día espléndido. Alumbra un sol casi primaveral y decido aparcar mi habitual estilismo de vestido y taconazos por uno más relajado; vaqueros, botas y una camiseta. Hacía tanto tiempo que no me vestía así, que cuando me miro en el espejo, casi no me reconozco. Pero la imagen que me regala, me gusta. ¡Para qué negarlo!



Me siento en una terraza con un café y la prensa, mientras consiento que el astro rey se revuelque en mis mejillas a su antojo e invada mi organismo de la tan necesaria vitamina D.

No llevo ni diez minutos cuando un grupo de cuatro mujeres se sienta justo detrás de mí. Son tres mujeres de entre 35 y 45 años aproximadamente y una señora mayor, que tranquilamente sobrepasará los ochenta. La terraza está vacía, pero ellas han elegido situarse bien pegaditas a mi asiento. ¡Joder! No tendrán otro sitio…me digo interiormente, en un día en el que lo último que deseo es compañía de ningún tipo, ni conocida ni desconocida.

Me llama poderosamente la atención la forma de vestir de la ancianita. Leggins ceñidos al máximo, botines de tacón alto y con pelo y un jersey moderno con un discreto toque brillante. Rubia natural (eso lo sé porque las mujeres tenemos un radar para detectar ciertas cosas) con un moño alto, recogido con estilo. La señora tiene clase y es más que evidente que debió de ser un cañón en tiempos pretéritos.

Comienzan a conversar, y entre que hablan alto y las tengo pegadas, no hay quien evite escuchar la conversación. ¡Lo que me faltaba! Calculo la posibilidad de cambiarme de mesa, pero hoy mis ganas de nada son más fuertes que yo y me dejan cosida al asiento sin perspectiva alguna de escapatoria. Me concentro en interiorizar las noticias que me cuenta el periódico con el objetivo de aislarme del grupito y del mundo entero. Pero claro, no lo consigo.

Hablan de todo y nada, de que se van de viaje en el puente y otros temas banales. Por lo que logro entender, una de ellas es una hija, otra una amiga y la tercera, la nuera. De repente una de ellas le pregunta a la anciana cómo se encuentra hoy. Y ahí es cuando la voz de la señora mayor me cautiva, cadenciosa y señorial, tanto como sus palabras.

Ha padecido diferentes tipos de cáncer a lo largo de su vida que ha logrado ir sorteando con un optimismo desbordante por cómo lo cuenta, bromeando con el tema con un humor envidiable, casi negro. Ahora atraviesa por otro (no logro determinar de qué tipo o dónde está localizado) y le dice a sus acompañantes que está bien. Literalmente les comenta: “Yo tengo cáncer como otros padecen la gripe. Ellos se medican para una cosa y yo para otra. No hay que dramatizar”. Me quedo loca cuando la escucho y casi derramo el café de la sorpresa.

A estas alturas, yo ya estoy seducida por todo lo que cuenta esta dama. Finjo estar muy interesada en lo que me sopla el periódico, pero es mentira. La anciana nos está dando una lección de vida magistral, gratis y libre de impuestos. Me entero de que practica deporte, conduce, viaja, hace la compra, le gusta arreglarse... ¡Vive! Y es culta. No hay más que escucharla hablar unos minutos para darse cuenta.

Y en ese momento creo en el destino sin fisuras, que ha permitido que no me moviera del sitio para poder escuchar su gratificante mini discurso. Y mi ánimo, torcido, agrio y luctuoso, vira súbitamente sin pedir permiso.

La vida es sencilla siempre, nosotros la complicamos vilmente añadiendo problemas innecesarios que, con buena voluntad, seríamos capaces de resolver en décimas de segundo. Y dejamos escapar cosas y personas maravillosas por orgullo, por querer tener razón, por obstinación, por miedo y porque somos gilipollas. Ésta última es, sin duda, la razón principal. Ese porcentaje, esa cuota de absoluta gilipollez que todos traemos de serie sin excepción. Unos más que otros, por supuesto.

Lo único que no tiene solución alguna es morirte, porque en ese momento, sí que concluye todo. Si te rindes al primer obstáculo que Doña Vida te impone por decreto, sin combatir, sin plantar cara, sin exhibir toda tu artillería pesada y sin demandarla por acoso,  tan solo serás un esclavo y un cobarde rindiéndola pleitesía eternamente. Y ella lo festejará obsequiándote a diario con una existencia hosca y enlutada, te convertirá en un ser mortificado e intratable, incapaz ya de apreciar ni tan siquiera la inocencia en la mirada de un niño.  Y te concederá el dudoso honor de seguir entre los vivos pero con la condena de no morir del todo. Pues aunque no os lo creáis, hay gente que prefiere ese tipo de existencia. ¡Allá ellos!

La señora termina su discurso diciendo que el amor y la voluntad pueden con todo, que la vida es un regalo diario y que hay que tratar de exprimirla al máximo.
Sus más de ocho décadas se levantan de la silla y se despide de sus acompañantes diciéndoles que se marcha ya porque tiene que conducir hasta Altea y su otra hija la espera en la playa para comer… ¡Aluflipante!

Yo pido otro café y me quedo disfrutando al sol de esta jornada otoñal disfrazada de estío, pensando en que hoy hay que cambiar la hora y que yo debo atrasar o adelantar mi ahora.



martes, 25 de octubre de 2016

PERDER CASI SIEMPRE ES GANAR


PERDER CASI SIEMPRE ES GANAR

Dicho así, parece un contrasentido, pero seguro que si nos tomamos unos minutos para exhumar, momentáneamente, algunos capítulos de nuestra vida, todos vamos a caer en la cuenta de que muchas más veces de las que pensamos, un no se transformó en un sí, una puerta que te cerraron dio paso a un mirador con vistas a paisajes increíbles, una luz que se apagó, de repente era toda una  bella vidriera multicolor. Que lo que tú veías como un derrumbadero por el que arrojarte, al final resultaría ser un romántico paseo en trineo. Pero claro, entonces tú ni siquiera llegas a intuirlo.

A veces el destino, empecatado y buscarruidos, madruga con ganas de camorra y  esa mañana decide repartir su baraja de paradojas a diestro y siniestro, sin tener en cuenta que hay almas sensibles incapaces de soportar tanto vaivén emocional.
Ese día, la vida nos incluye en un tablero imaginario para jugar con rivales más expertos que tú y con reglas que desconoces. Y, o juegas o te mueres. En sentido figurado y, a veces, en sentido literal.

El mundo se nos cae encima a todos ante noticias que no esperamos ni deseamos. Te despiden de tu empresa, te abandona tu pareja, te traiciona un amigo, te detectan una enfermedad… Nuestro perfecto equilibrio, que en realidad ni es perfecto ni es equilibrio, se tambalea y a nosotros nos hace tropezar para caer de bruces encima de otras realidades cuya existencia ignorábamos.

Las mejores cosas que me han sucedido en la vida han sido el resultado de esas etapas que parecían túneles tenebrosos y sin fin, de aguaceros a traición que te pillan en medio de un descampado y sin paraguas, de macetas de hormigón que aterrizan en tu cabeza mientras paseas tranquilamente por la calle y te sumergen, por un tiempo, en un coma reversible.
   
Si bien es cierto que cuando sobrevienen, nada de lo que te digan, por bienintencionado que sea, te reconfortará ni mucho menos, te será de utilidad. Al menos, no en ese momento. No mientras estés en el mismo epicentro del sufrimiento.

Las aguas jamás retornan a su cauce, pero mientras buscan meandros alternativos por los que bogar, nos salpican de personas, de acontecimientos, de oportunidades y emociones que de otra forma jamás se hubieran cruzado en nuestro destino. Doy las gracias a todas esas desventuras que me condujeron, sin prisa pero con sabiduría, a disfrutar de los momentos más deliciosos, apasionantes, increíbles y felices de mi vida.

Buscar la perfección es un error de manual, de principiante perezoso, de estudiante brillante que se quedó en primero de frustración pero que alcanzará el Cum Laude en la carrera de la infelicidad. No, yo no quiero eso. Quiero esfuerzos, recompensas, gritos, penas, charcos, alegrías, derrotas, dificultades…Una vida real, no ideal. Una vida que rebose vida.

Mi lema es que todo es finito. Y con esa premisa vivo y disfruto los buenos momentos, subiendo el volumen de la vida a su máxima potencia, bailando al anochecer en las azoteas con mis sempiternos tacones y abriendo ventanas, grietas y tragaluces para que tanto lo fortuito como lo deliberado, accedan sin obstáculos. Esa misma premisa me ayuda a transitar con cierta dignidad, y verde esperanza, por las etapas aciagas, sabiendo con certidumbre que no gozan de inmortalidad.

Es otoño, pero hasta el otoño tiene fecha de caducidad.









lunes, 24 de octubre de 2016

MENÚS POR MENOS DE 15 EUROS





RESTAURANTE SUMO

FUENCARRAL, 116

MADRID

METRO: BILBAO

TELÉFONO: 91 086 44 97

Todos los amantes de la comida japonesa, tan de moda en la actualidad, ya tienen un lugar en Madrid para ir sin tener que dejarse el sueldo del mes.

Sumo es un restaurante en pleno centro de la capital donde poder degustar la auténtica y tradicional comida japonesa a precios asequibles. Tienen un menú diario por 13,50 euros muy rico y abundante con el que no te quedarás con hambre. Y un original sistema para comer. 

Puedes elegir 5 platos diferentes tres veces. De esta manera tanto el que come poco mucho como el que come poco, tienen opciones de quedar satisfechos a un precio razonable. Eso sí, penalizan al que pide y se deja comida en el plato. Una forma de evitar tirar comida que me parece una buena iniciativa.





Si quieres ir con los pequeños de la casa hay un menú por 7,95 para los menores de 8 años.

El lugar es tranquilo y acogedor con una decoración sencilla pero cuidada.
Tienen tres direcciones más:

Sor Ángela de la Cruz, 8
Paseo de la Castellana, 89
Gran Vía, 1

Comida japonesa pero con algunos platos de aquí  (croquetas, chuletas de cordero) y algunas cosas originales como el pollo a la Coca Cola.


LA MUSA LATINA

COSTANILLA DE SAN ANDRÉS, 12

MADRID

METRO: LA LATINA

TELÉFONO: 91 354 02 55

Precioso restaurante situado en La Latina dividido en dos espacios. La barra, en la planta superior, y abajo un salón con jardín vertical y restaurante con club de ping- pong. Madera, ladrillo visto, mucho encanto y ambiente chic que podría confundir, pero que a diario ofrece un menú por apenas 12 euros.





Entre sus primeros platos como crema de calabaza, sopa de cebolla, quesadilla de champiñones o ensalada de judías verdes. Y de segundos, propuestas tan atractivas y sanas como dorada, lomo braseado, lasaña o salmón.

No puedo dejar de mencionar los postres, imprescindibles para finalizar un buen almuerzo y, además, incluido en el menú. Mousse de café con galletas, pastel de piña, pudding de coco o su delicioso brownie.

Camareros amables, local amplio y mesas con la suficiente separación como para mantener la intimidad y una terraza para días soleados.

TABERNA JUAN RARO

CALLE MIGUEL SERVET, 7

MADRID

METRO: LAVAPIÉS

TELÉFONO: 910 85 81 36

Bar, taberna, restaurante y lo tú quieras, pero con aspecto muy canalla. ¡Vamos, maravilloso! En pleno Lavapiés un local bonito y acogedor, con decoración entre vintage e industrial y paredes de ladrillo visto que a mi tanto me gustan. Ubicado en lo que fue una antigua fábrica de embutidos, han respetado algunos de los elementos de la misma como los ganchos o las columnas.




Espíritu innovador y original en su carta y con un toque juguetón que da como resultado platos tan encantadores como el bocadillo de calamares con ali oli de lima, los perritos calientes de butifarra con trufa, la hamburguesa de torreznos o el tradicional sándwich club que ellos rellenan de pringá. Todo ello con opción vegetariana para los que no coman carne.

El menú diario por 10 euros.

Cada mes tienen exposiciones temporales de artistas, pero además catas, charlas y eventos de muchos tipos.

¡Ah! Y cuidan muchísimo la música de fondo que escuchas en el local.


BANI BANOO

CALLE MÁRTIRES CONCEPCIONISTAS, 19

MADRID

METRO: VENTAS

TELÉFONO: 810 52 11 27

El último encuentro entre mis amigas y yo tuvo lugar en este local de reciente apertura, concretamente en mayo. Un local pequeño, pero con una delicada decoración. Al frente su propietaria, Bani, una chica iraní afincada en Madrid que ha unido sus estudios de marketing a la pasión por la cocina.




Bani Banoo es un restaurante de cocina persa pero que también ofrece platos de fusión. En la pequeña barra exponen y ellas mismas te explican las especialidades del día, que van cambiando todas las semanas. Puedes escoger entre tres de ellas y al ratito saldrán exquisitamente preparadas de la cocina.
Un lugar que cuida la atención, la calidad y el entorno.

Entre sus deliciosas propuestas: tortilla de coliflor con perejil y salsa de yogurt, arroz iraní con azafrán o las berenjenas ahumadas con nuez y menta.
No dejéis de probar el bizcocho de cerveza Guinnes y chocolate o el de zanahoria.

Tienen menú desde 12,95 euros. Conviene reservar porque es pequeño y está teniendo mucho éxito, por lo que se llena enseguida.

Punto a su favor: abren desde la ocho de la mañana y en sus desayunos puedes encontrar desde las propuestas tradicionales hasta uno que es mi preferido: una tostada con queso, pepino, menta, tomate y nuez. ¡Exquisita!
¡Ah! Y abren los domingos. 




lunes, 3 de octubre de 2016

RESTAURANTES “ TRIPLE A” ACOGEDORES, ASEQUIBLES Y APETITOSOS

RESTAURANTES “ TRIPLE A”
ACOGEDORES, ASEQUIBLES Y APETITOSOS



RESTAURANTE JUANITA CRUZ

PASEO DE LA HABANA, 105

MADRID

METRO: COLOMBIA / PÍO XII

TELÉFONO: 91 451 17 76

Ambiente canalla, copas bien servidas, sillones Chester, música en directo, luz tenue y mezcla muy divertida de comida en su carta. La ubicación os encantará: en un sótano que se ha recuperado de la antigua estación de metro de Chamartín.




Su nombre rinde homenaje a una de las mujeres consideradas como pioneras del toreo femenino español.

En su carta conviven propuestas tan distintas como la empanada gallega, las mini hamburguesas de rabo de toro, nigiris de pez mantequilla y trufa o distintos tipos de tacos. Entre sus postres, la tarta “Feliz cumpleaños” con galleta María, chocolate y Lacasitos o el “Drácula”, granizado de Coca-Cola, puré de fresas y “peta-zetas”. ¡ Tan apetecible!


Los fines de semana se transforma en discoteca para los más fiesteros, desde la 1 hasta las 5 de la madrugada.

Estanterías con libros, un piano de cola, carteles vintage y ese ambiente semi clandestino que lo convierten en un lugar que hay que visitar.


Abierto de martes a sábado de 8 de la tarde a 5 de la mañana.




CLARITA

CORREDERA BAJA DE SAN PABLO, 19

MADRID

METRO: GRAN VÍA / CALLAO

TELÉFONO: 915 22 80 70

Malasaña es un barrio que sorprende por sus miles de rincones aun por descubrir.

El restaurante Clarita es un claro ejemplo de local  acogedor, con camareros amables y propuestas gastronómicas deliciosas a un precio razonable. Se nota que todo lo preparan con cariño y utilizan materias primas de primera calidad.





Entre sus propuestas me quedo con arroz negro con crujiente de calamares, tartar de salmón con mango y la brocheta de rape y langostinos.

Nunca una comida es completa y redonda si no finaliza con un buen postre y en este apartado, también lo bordan. Forofa como soy de las torrijas no me puedo resistir a la que preparan caramelizada con helado de dulce de leche.

El local es amplio, luminoso, con el blanco como color predominante, decorado con plantas y madera y tremendamente acogedor.

Menú diario por 11 euros y variedad de gin tonic que preparan con nota.

Curiosidad: Si te apuntas a su club puedes obtener descuentos, apuntarte a catas, entrar en sorteos y muchas sorpresas más.




BLANCA 6

CALLE BLANCA DE NAVARRA, 6

MADRID

METRO: ALONSO MARTÍNEZ

TELÉFONO: 913 10 32 66


Atención estupenda, servicio rápido, carta corta pero de exquisita calidad y un local con decoración rústica y acogedora que te encantará.

Un espacio dividido en dos plantas, con ladrillo visto, madera y flores, vigas y una música de fondo que se nota, eligen con esmero.





Su carta, escrita a mano (¡me encanta!), inclasificable y deliciosa. Productos de temporada,  buenísima materia prima y dedicación a la hora de cocinar. Gozan de fama sus hamburguesas (doy fe), el entrecot y el pollo al curry, pero a mí su tartar de salmón y el wok de pollo y verduras, me chiflan.

Los postres, igual que el resto de cocina. Caseros y ricos. Su tarta de queso es la estrella de la carta. Con base de galleta y frutos rojos, simplemente de escándalo.

El local es pequeño, por lo que conviene reservar.  Es íntimo y deliciosamente tranquilo, por lo que se convierte en el sitio perfecto para sorprender a tu pareja o cuando quieras una charla con amigas con confidencias y a buen precio.



MR. FRANK

CALLE JOVELLANOS, 6

MADRID

METRO: SEVILLA / SOL

TELÉFONO: 914 20 45 54


El nombre viene de su dueño, Paco, que tras muchos años en distintos países de Europa y más tarde en EE.UU se decidió a abrir local propio en su país y más concretamente, en Madrid. Allí le llamaban Don Paco y al regresar a España decidió mantenerlo pero con un aire más internacional.


Abierto en el año 2013, al principio era casi imposible encontrar mesa del éxito tan arrollador que obtuvo. Ahora, más tranquilo, puedes reservar casi sin problema y el propio Paco te contará anécdotas si se lo pides.

Calidad de primer nivel en sus platos pero “low cost” en sus precios.
Posee dos plantas. La de abajo una antigua bodega del siglo XIX, con techo abovedado y presidida por una mesa de madera rescatada de la antigua maternidad de O’Donnell , destinada a grupos, picoteo o copas después de cenar.




La de arriba, luminosa de día y por la noche, algo más íntima. Su decoración, tipo industrial, sencilla pero cuidadísima. Con sillas provenientes de colegios o teatros.

Una carta discreta en cuanto a oferta, pero con platos muy bien elaborados. Salmorejo de cereza con pistachos, cerdo al pimentón o boletus con queso Idiazabal. Me quedo con el pulpo a la brasa con puré de patata  y el solomillo al whisky. Y de postre, tarta de manzana con helado de vainilla. ¡Aluflipante!

Para ir con amigos, familia o tu pareja. De esos sitios que siempre que me preguntan, yo recomiendo.