RESTAURANTE BENDITA LOCURA
Calle Príncipe de Vergara, 73
Madrid
Teléfono: 915 63 25 70
Por
suerte afloran cada vez más en la capital locales de esos que a mí me vuelven
loca y que hasta hace muy poco tiempo, yo sólo los encontraba fuera de España.
Me
llama la atención el nombre del sitio y vuelo con un amigo a conocerlo. El día
no puede ser más desapacible. Finales de marzo y ya debería lucir un sol de
primavera, pero hoy el día nos obsequia con aguanieve y frío polar. Da pena ver
la terraza tan bonita que tienen sin poder disfrutar hoy de ella. No importa.
Eso no nos resta ni un ápice de ganas. Al entrar notas un carlocito que te
revive. Un punto a su favor, pues no soporto esos restaurantes que ahorran en
calefacción y en los que te congelas de frío en invierno y te mueres de calor en
verano.
Entramos
al local y en la planta de arriba no encontramos
ni un hueco libre, sin embargo no es un sitio ruidoso, al menos en ese momento del día. La gente charla con un
tono bajo colaborando, y mucho, a no alterar esa sensación de
paz que se respira. Segundo punto a su favor. Así que no nos queda más remedio que descender
a la de abajo, ideal también, pero sin esa claridad de la que dispone la
superior, que supongo que en días soleados se multiplicará por cien. Antes, por
supuesto, hago fotos y tomo nota mental de todo lo que veo.
Si
algo te llama la atención nada más traspasar la puerta es la decoración. Una
estética muy cuidada y plagada de esos pequeños detalles que hacen inolvidable
un lugar y que aportan ese sello personal e intransferible.
Un
sillón Chester (me vuelven loca) situado al lado del ventanal según entras a la izquierda ya consigue entusiasmarme.
Una mesa baja, lámparas tipo industrial, paredes blancas con el nombre del
restaurante resaltando en oscuro, suelo de madera, libros y revistas…ese
rinconcito es para quedarte a vivir allí. Podría ser perfectamente el salón de
cualquier casa.
La estética es una combinación entre industrial, vintage y un
toque retro tan acertadamente escogida que pone de manifiesto que todos los
estilos, aunque alejados entre ellos en
cuestión de épocas, pueden convivir en perfecta armonía y resultar elegantes y
sumamente acogedores. Bendita Locura es
un claro exponente de ese buen gusto a la hora
saber mezclar con criterio.
En
la planta inferior, la sala París. ¡Vaya, no podía llamarse de otra manera! Si con
el Chester ya me habían ganado, ver el nombre de esa ciudad en la pared, me
termina de enamorar del todo.
Aquí
la luz es tenue y con un ambiente cálido y acogedor que invita a la mejor de
las charlas. Aquí también nos vamos a topar con multitud de detalles que
desprenden magia y que podéis ver en las fotos que tomé.
Son
las 12 de la mañana y como no tenemos muy claro si queremos dulce o salado,
pedimos un brunch que contenga ambas
cosas para compartir. Aquí tienes dos opciones que se adaptan a los distintos
apetitos. O bien el clásico con cinco pasos o para los menos hambrientos como
yo, el “Little Brunch”. Muchos platos
ricos para escoger entre los que
encontrarás los “Huevos Benedictine”,
Waffle con Nutella o tarrina con crema de yogur natural entre otros. Nosotros
nos inclinamos por el croissant de mantequilla y una deliciosa quiche Lorraine,
regados con un recién exprimido zumo de naranja y el imprescindible café. Todo
riquísimo.
La
vajilla de delicadas florecitas, las servilletas con mensaje, la
exquisita atención del personal…todo es una invitación a no marcharse de
allí. Al llegar estábamos solos y sin saber cómo nos han dado las dos de la
tarde y se ha llenado de gente, principalmente de las oficinas de la zona, que
se acercan a tomar el plato del día por 10,50 Euros.
En
su carta propuestas sanas y equilibradas como ensaladas, musaka, albóndigas,
mini hamburguesas, hummus con pan de pita, salmón marinado en cítricos y vodka
o su salmorejo con toque de remolacha y anchoa.
Un
restaurante con horario non stop en el que puedes desayunar, comer, tomar un
tentempié, un trozo de tarta para merendar o una copa a la salida del trabajo.
Y por supuesto, cenar a la luz de las velas.
Los
que me seguís desde hace tiempo ya sabéis que siempre, por norma, visito el
baño. Para mí, es un elemento tan importante como la atención, la decoración o
la calidad de la comida. Y esta vez no fue una excepción. Si bien es cierto que
es pequeño y podrían haber dedicado un poco más de espacio acorde con el tamaño
del local, es coqueto. Sencillo, con un mueble en madera, plantas y dos grandes
espejos. Y sobre todo, y eso es lo importante, muy limpio.
Bendita
Locura en pleno barrio de Salamanca, nos ofrece una oferta variada para dejarse
caer en cualquier momento del día, con precios muy razonables, amable atención
y exquisita materia prima en sus productos. Un local que se va transformando según
el tipo de público y las horas. Absolutamente acogedor y recomendable.
Tengo
que volver tanto a comer como a cenar y no tardaré mucho en hacerlo, entre
otras razones, porque todavía no he probado sus dulces y me han chivado que
algunos, como su tarta de zanahoria, son de quitar el sentido.
Y hasta aquí mi crónica de hoy.
¡Hasta la próxima, canallas!