RESTAURANTE LA CLAVE
Calle Velázquez, 22
Madrid
Teléfono: 910 53 20 31
Una
de las calles más señoriales de la capital, alberga desde hace muy poco tiempo
un restaurante del que hoy os hablo en mi blog.
Muchos
son los elementos que valoro cuando visito un local para escribir una reseña, y
La Clave tiene al menos tres fundamentales:
Recupera
las recetas tradicionales de la cocina española con una calidad soberbia, tanto
en materia prima como en elaboración.
El trato hacia el cliente es inmejorable.
Y el amplio horario y los distintos ambientes del restaurante, permiten desde un almuerzo a un picoteo informal o un cóctel después del trabajo
Hay
una más, que terminó de enamorarme. Pero de esa joya os hablaré al final, igual
que se deja el postre para poner la guinda a un delicioso almuerzo.
Magníficamente
comunicado, además del transporte público, cuenta con un aparcamiento público cuya salida da
directamente al restaurante. Eso también es de agradecer.
Cuatrocientos
metros cuadrados, dos plantas, dos salones, un reservado, una terraza y un
secreto. Mucho de lo que hablar así que, vayamos por partes.
Nosotros
comemos en uno de los salones; amplio y decorado de forma minimalista. Correcto
y elegante, pero carente de calidez. Falta color y calor; unas velas, flores
frescas o cortinas de encaje blanco a media altura en las ventanas ayudarían
bastante. La luz con la que iluminan el espacio, tampoco colabora. Bastante más
tenue o pequeñas lamparitas en las mesas pondrían el punto acogedor que invita
a alargar la sobremesa y a compartir confidencias. Detalles que marcan la
diferencia.
A
cambio, compensan con el suelo de madera, mantelería de tela y paredes forradas
con delicados motivos florales. Y algo a
lo que yo personalmente otorgo mucha importancia: mantienen la suficiente
distancia entre las mesas de manera que tu conversación queda en el ámbito de
lo privado. Podría parecer un detalle baladí, pero no lo es. Son muchos los
restaurantes a los que no he regresado precisamente por esa falta de intimidad,
sin poder hablar sin que te escuche el vecino de mesa y, a la vez, enterándote
de todo lo que dice él.
Nos
recibe Juan Ramón Aparicio y nos atiende con la clase y profesionalidad de quien
lleva muchos años en la élite del sector. Encantador, amable y educado.
El
menú degustación que nos han preparado consta de los siguientes platos:
Croquetas
de pringá, carpaccio de salmón, habitas tiernas con foié, huevos rotos con
aceite de trufa, bacalao a la vizcaína y entrecot de vaca gallega.
Croquetas de pringá |
Habitas tiernas con foié |
Huevos rotos con aceite de trufa |
Si
dijera que todo es un puro placer para el paladar, me quedaría muy corta. Más
bien, activa todos los sentidos. Desde la presentación del plato, pasando por
el olor hasta que llegas a saborearlo. No podría decantarme por ninguno porque todos me han gustado por
igual, pero sí hacer hincapié en varias cosas. Las croquetas, ¡cómo se nota
cuando son caseras! Realmente exquisitas. La carne, cocinada exactamente al
punto, riquísimo sabor, tierna, jugosa y de agradable textura. Los huevos
rotos, una auténtica perdición para mí y para todo el que se decida a
probarlos. Y lo que más me llamó la atención fue el bacalao. ¿Por qué?
Bacalao a la vizcaína |
Sencillamente
era el bacalao que preparaba mi madre. En el momento en el que probé el primer
bocado, me transporté a mi adolescencia
y recordé, con cariño y nostalgia, cómo
lo dejaba desalando la noche anterior y la forma que me enseñó de elaborar el tomate casero. Por un momento no estaba en la mesa de ese restaurante, sino en
casa de mamá, con su vajilla, su olor y su voz. Y esa salsa de tomate artesana, tan
idéntica a la de ella…
A
veces, la comida posee esa magia. Ese eslabón que enlaza presente con pasado en cuestión de segundos.
Solo puedo decir que no había vuelto a probar un bacalao así en los últimos doce
años. Este plato, por sí solo, ya merece una visita al lugar.
Debo
añadir que volví a almorzar allí una semana después. Iba con un amigo
periodista. En esta ocasión decidí probar el pollo de corral con salsa pepitoria
y…¡otra vez ese déjà vu! Volvía ser el pollo de mamá. Desde luego si su finalidad era recuperar
la comida casera, lo han conseguido con creces. ¡Enhorabuena!
Terminamos con un magnífico arroz con leche,
servido de forma muy original, como podéis observar en las fotos que tomé.
Las raciones son muy generosas, por lo que
aconsejo ser moderados al pedir si no sois muy comilones, como es mi caso.
Juan Ramón nos enseña el resto del local,
explicándonos con paciencia cada detalle. La planta de arriba dispone de otros dos salones
más. Uno de ellos privado para celebrar comidas de empresa o celebraciones
familiares.
El otro, contiguo al que hemos comido y que manteniéndose dentro de la misma línea decorativa, incorpora elementos diferenciadores que dan un giro radical al ambiente. La luz, las sillas tapizadas en tono frambuesa y los sillones en terciopelo. Infinitamente más bonito.
Inevitablemente, tengo que visitar el baño y
hacer fotos. Los que me seguís en el blog desde hace tiempo ya conocéis mi
querencia por este rincón de los restaurantes. Todo deja de tener importancia,
si los baños no alcanzan mis altas expectativas. Por fortuna, en La Clave se
cumplen.
Gran espejo y perfecta iluminación en el baño |
Paredes con motivos florales. ¡Delicioso! |
Detalles en el baño que aportan calidez |
Pequeño, pero coqueto. Mármol negro y misma
línea de motivos florales en las paredes, acorde con el resto del local. Un
amplio espejo (que las mujeres agradecemos), toallitas dentro de un cesto, una
buena iluminación y maravillosamente limpio. Mi nota: un 8.
Vamos llegando al final y con él, al lugar que
da nombre al sitio. En planta baja nos espera su coctelería. Ubicada en lo que
fue una antigua carbonería de principios del siglo XX, el nombre de La Clave
proviene precisamente de esa dovela o pieza central que tiene forma de arco o bóveda
y que los dueños han querido mantener a mi parecer, de forma acertadísima.
Es sin duda alguna, la joya del local. Tan diferente a la planta superior, que no parece pertenecer al mismo restaurante. Ladrillo
visto, sillas forradas de preciosas telas, luz tenue, velas, hornacinas,
pequeñas mesitas y una zona con taburetes altos. Ambiente mágico que se respira
en cada poro de este delicioso rincón. “El secreto de Velázquez”, así se llama,
será inaugurado próximamente y, por supuesto, estoy invitada. Tendréis la
crónica completa, tranquilos.
Cóctelería El secreto de Velázquez |
De momento podéis disfrutar de él desde las 12
de la mañana hasta las 12 de la noche. Allí se puede almorzar de forma
informal, tomar un picoteo rápido, un aperitivo, probar un vino dentro de las
más de 60 referencias con las que cuenta o uno de sus cócteles a media tarde.
Juan Ramón nos despide, encantador,
invitándonos a venir de nuevo y probar dos de sus platos estrella: el cocido en
cuatro vuelcos y el cachopo de merluza. También a disfrutar de su terraza de verano
con capacidad para más de 40 personas.
¡Quién se puede negar!
La Clave, un sitio al que siempre hay que
volver.