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martes, 22 de septiembre de 2015

INTUICIONES


Leo un artículo en la prensa  en el que entrevistan a una experta en grafología.
No cuestiono sus conocimientos ni su preparación, que quedan perfectamente evidenciados en el reportaje. Lleva 14 años en una empresa, en la que ella es la máxima responsable a la hora de reclutar personal. Es decir, o pasas por su particular criterio a la hora de seleccionar gente, o no tienes la más mínima oportunidad. Me llama poderosamente la atención cuando dice que todo el mundo debe superar su “examen grafológico”, entendiendo como todo el mundo a todos aquellos que postulen a un puesto en su empresa.  Según ella, simplemente con eso, puede saber quién es un cleptómano, el que apunta hacia un problema de autoridad o si eres rencoroso, por poner algunos ejemplos. Le gusta seleccionar gente que denote “fuerza de voluntad” y rechaza de plano a aquellos que, según su letra, muestren algún rastro de maldad.

Termino de leer la entrevista y miles de preguntas se agolpan en mi mente. Tantas, que unas atropellan a otras.
Es decir, que da igual la trayectoria profesional que poseas, tus talentos, tantos los que están a la vista como los ocultos, tus capacidades, tus logros, tu forma de ser con lo bueno y lo menos bueno. Defectos que pueden convertirse en perfectos aliados o supuestas virtudes que a la larga sólo suponen un lastre. 

Nada de eso importa si ese día escribes la T con un palo más largo, la M en dos trazos o si la S lleva un pico al final. Todo dependerá de lo que esa señora decida que tu letra revela ese día. Como si fuera un método infalible, una ecuación matemática perfecta sin fallo posible. Una verdad absoluta e incontestable sin posible margen de error.

Me pregunto cuántas meteduras de pata habrá tenido y no confiesa en la entrevista. Sería bueno saberlo. Y no sólo ella. A la vista están, a diario, personas que han pasado por minuciosos exámenes y pruebas psicológicas y que luego han resultado un fiasco absoluto, cuando no, incluso un peligro real.

Me preocupan sobremanera los métodos de selección de personal actuales. Hace años yo misma fui rechazada en una conocidísima  empresa por algo parecido. Después de pasar con nota las mil y una pruebas a las que te sometían, el responsable de personal me dijo: “Me veo en la obligación de rechazarla para el puesto al que optaba porque el test psicológico ha arrojado un dato de su personalidad que no nos gusta. Tiene usted demasiada iniciativa. Pero podría encontrar otro sitio donde encajara” En ese momento me levanté y le dije: “No se preocupe. Ahora es a mí a quien no le interesa trabajar en una empresa donde tener impulso, decisión y nervio, constituyen un punto negativo”. Me levanté  dejando al individuo con la palabra en la boca y me quedé más a gusto que nada.

Me pregunto donde ha quedado la intuición para este tipo de cosas.  Dejar a un lado todo lo racional y dar paso a lo irracional, a las corazonadas, al olfato y a dejarse llevar.
Las mejores decisiones de mi vida siempre han estado marcadas por esa pizca de locura, de sutil intuición, de piel, de sí pero no. De menos evidencias y más sentimientos.

Y nunca me ha ido mal.

3 comentarios:

  1. Entonces, mejor que no le pases a esta tipa la nota que te adjunté al sobre que recibiste ayer XD, que me pone de asesino en serie como mínimo.

    Nunca, en toda la historia reciente de este país, nada ha hecho más daño a los trabajadores que los departamentos de Recursos Humanos y los que los componen, que no hacen más que eliminar a todos aquellos que no les gustan por su aspecto físico, su ropa, su forma de hablar... sin tener en cuenta sus capacidades, y a aquellos otros que les hagan peligrar su puesto de trabajo endiosado.

    La prueba de selección más extraña a la que tuve la "suerte" de asistir fue una del BBVA para una campaña de realización de declaración de la renta. Junto a 600 tíos y tías, para poner datos en un programa de ordenador que te hace las cuentas él solito, tuve que demostrar hasta mis conocimientos de inglés (escrito, leído y escuchado) y matemáticas sin calculadora, además de un psicotécnico. Para hacer la puta declaración del IRPF!

    Esa táctica grafológica de la que se muestra muy orgullosa la señora ésta no es una ciencia exacta, sino inexacta, como las demás paridas psicológicas para "escoger a los mejores", no siendo otra cosa que un coladero para inútiles caraduras y "goldenboys".

    Pero claro, todo esto se puso de moda en los '90 y sigue de plena vigencia, cuando lo que primaba era ser un hideputa sinvergüenza para trabajar.

    Esto que comentas, sobre la poca fiabilidad y el horror que causa gente como ésta, lo compruebo en el quéhacer de un departamento muy curioso él que está adscrito a los Juzgados: el Equipo psicosocial. Este "equipo" se molesta en desentrañar los más bajos fondos de una familia desestructurada o lo que sea con un formulario tipo-básico e insuficiente y una entrevista de 15 minutos (si llega). Este "equipo", lo más sangrante, sienta cátedra en el Juzgado y el juez lo sigue a rajatabla, y ya nos hemos encontrado en más de una ocasión con dictámenes chuscos que parecen un chiste mal contado; informes sobre personas que aparecen como maravillosas y en la declaración en la Vista, a los dos minutos, se muestran lo que en realidad son; que no detectan individuos que se han preparado la entrevista o, lo peor, niños que han sido adoctrinados para ocultar la verdad que viven en sus casas (con bronca de algún familiar en el propio pasillo del juzgado si se les cuela algo que no debe saberse).

    Y, ojo con denunciar tales hechos por cualquier vía, que son psicólogos y, además, funcionarios. Ni se te ocurra, aunque para quejarte en la cafetería o cualquier otro tugurio de lo mal que anda la Justicia, tienes carta blanca, siempre que no denuncies nada. Que la pescadilla se siga mordiendo la cola.

    Mientras esta gente esté ocupando esos puestos de dioses en plan "tú vives, tú mueres", "tú trabajas, tú no porque no me gustas", seguiremos teniendo a una generación universitaria y no universitaria agostada en las colas del paro, discriminada por ofertas de trabajo que son inalcanzables, cobayas que se conocen el laberinto pero que no encuentran la salida en un sistema endogámico y retroalimentado por unos inútiles que se creen que saben algo cuando lo único que hacen es asegurarse el puesto.

    Lo peor, es que hay una amplia mayoría que cree a pies juntillas lo que dicen estos individuos de curso de dos semanas de grafología.

    Ahí queda eso.

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    1. No puedo más que decirte que comparto al cien por cien tu opinión, querido Javier.

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  2. Creo en el ser humano, con todos sus valores y con todas sus potencias, entre las que están incluidas la inteligencia, la fuerza de su voluntad, el valor de su experiencia, la intuición, las. corazonadas y el recíproco intercambio de información a través de las palabras, las miradas, el tacto o los gestos. Nada puede ni debe sustituir a las relaciones humanas. La ciencia, la técnica, la psicología, la grafología, los TAC, las radiografías, los tests y demás avances no son sino elementos de ayuda, con una fiabilidad más o menos alta, pero que deben ser siempre tomados cómo eso, cómo elementos auxiliares. Quien basa en ellos las decisiones, sin pasarlas por el humano filtro del cerebro, de la inteligencia o del corazón (la intuición unida a la experiencia puede resultar muy valiosa) entra en esa vorágine de deshumanización que nos invade. Y, además, tiene bastantes probabilidades de cometer errores.
    ¡Cuántas posibilidades de trabajo se habrán cercenado y cuántos caminos se se habrán cerrado injustamente por esa fiebre implacable de conceder valor absoluto inapelable a los tests psicotécnicos, pruebas de grafología o similares! Aunque, quienes deciden basándose ciegamente en ellos, lo que en el fondo hacen es huir cobardemente de la preciosa responsabilidad de ahondar y profundizar en las relaciones humanas.
    TSS

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