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miércoles, 11 de septiembre de 2019

Rafael Revert: «¿Qué cómo me llevo con Abellán? No tengo edad para perder el tiempo odiando a nadie»



20 PREGUNTAS CANALLAS Y UNA CANCIÓN

 DESESPERADA CON RAFAEL REVERT


Entrevista a Rafael Revert
por Susana Cañil



Me abre las puertas de su casa como si nos conociéramos de toda la vida pero, en realidad, es la primera vez que nos vemos. Y justo ahí, en un espacio tan privativo como es su hogar, es donde me cita para conversar. Me gusta porque significa arpegio de cercanía.
Es un hombre que no concede entrevistas (ya me lo han advertido media docena de personas) y él mismo me lo confirma a los cinco minutos de charla. Pero solo entenderé los motivos al final de nuestro encuentro. 



He buceado a fondo por San Google y llama poderosamente la atención la escasa información, por no decir nula, que existe de un hombre que ha ostentado el poder absoluto durante años dentro del panorama musical. Por no encontrar, no he encontrado ni su edad, dato que tendré que preguntarle. Hay una parte que me explico para esa desinformación y es la que preserva el propio Revert, muy reacio a hablar de su vida profesional. Lo que no me cabe en la cabeza es que una trayectoria tan brillante como la suya, interese a tan poca gente.

Su imagen me sorprende para bien. Ya me habían dicho que era un tipo accesible, sencillo, discreto y alejado de cualquier manifestación de vanidad, pero cuando esos comentarios vienen del círculo de amigos, siempre procuro poner la información en cuarentena hasta comprobarlo por mí misma. No me habían engañado y lo celebro; por ellos, por él y por mí.

Rafael Revert, fue el creador y director del formato radiofónico más brillante jamás creado: Los 40 principales. Dirigió ese programa de 1966 a 1992. Un comienzo modesto tanto técnica como humanamente, y con unos limitados recursos económicos, pero que nace con un objetivo muy claro: que los jóvenes tuvieran una radio para los jóvenes. Una radio para escuchar y disfrutar. Una radio de ellos, por ellos y para ellos. Una radio que fuera su referente. Pero añadiendo un novedoso concepto, el de confeccionar las listas con los temas musicales más escuchados.



1.-  Para usted la música es...

«Felicidad».

2.-  Siempre procuro indagar sobre los personajes a los que voy a entrevistar. De usted, todos sin excepción, me han dicho lo mismo: un tipo discreto, sencillo, al que no le gusta alardear ni presumir de nada y que no concede entrevistas. ¿Es usted una rara avis dentro de esta profesión?

(Risas)

«Pues no lo sé. Soy como soy. La verdad es que nunca me ha gustado montar numeritos. Soy más bien seriecito, no me meto en líos y procuro no llamar la atención».

3.- ¿Soñó alguna vez que pasaría a la historia como el inventor del formato musical más brillante jamás creado? Hablamos de Los 40 principales, claro.

«Pues yo te diría que sí. Cuando yo empezaba en la radio con Tomás Martín Blanco, un día me vino con un papel así muy grande titulado “Maltranilla musical” y era una especie de periódico musical y en él había escrita una entrevista imaginaria conmigo en la que Tomás me decía que terminaría siendo el amo de la música en España. Y desde ese momento yo me lo creí. Y trabajé en base a esas palabras. Y me afané  mucho con el objetivo de ser un tío importante en la música».

Le pregunto por ese periódico, si era de uso interno para la emisora o se vendía y me responde:

«No, no, nada de eso. Era como un mural que Tomás hizo expresamente para mí, un regalo con un vaticinio dentro».




4.- La radio ha perdido corazón, pasión y frescura. Y eso yo lo traslado a casi todo. Parece que solo prima la inmediatez, el dichoso dinero y los éxitos perecederos. Ya no hay una factoría de canciones que vayan a convertirse en himnos generacionales. Es una opinión  personal, pero me gustaría saber si usted la comparte.

"LA RADIO HA PERDIDO HUMANIDAD Y

 CORAZÓN"



« ¡Absolutamente! La radio ha perdido corazón, ha perdido humanidad, ha perdido amor a la profesión. Cuando trabajábamos nosotros, nos reuníamos todos los martes 20 o 30 personas, escuchábamos los temas y entre todos decidíamos, siempre a golpe de corazón, si era bueno, si era malo, si había que apoyarlo o no. Y al final toda esta gente volvía a sus emisoras y defendía con entusiasmo esas canciones. Los DJs tenían alma y vocación y eso el oyente lo percibía. Eso se ha perdido completamente. Hoy lo deciden unos señores suecos que hacen unas encuestas y te imponen lo que debe sonar. Y entonces los DJs actuales ponen lo que se les ordena. Son voces vacías, que no transmiten nada, ni pintan nada. Antes era TU disco, TU decisión, TU intuición…Te sentías responsable del éxito, porque formabas parte de él ».

Le interrumpo para preguntarle si esos pálpitos funcionaban a menudo y en qué porcentaje y me responde con impulsividad, para luego dar un pequeño paso atrás.

« ¡Funcionan siempre, al cien por cien! Bueno…vamos a decir que había un pequeño margen de error »  Risas.

«Te voy a contar un caso. Mecano y el tema Hoy no me puedo levantar. Lo ponemos y está una semana, dos, y a la tercera lo quitamos porque  no estaba ocurriendo nada, estaba pasando inadvertido. A la cuarta semana viene Luis Merino de Valencia y nos dice que ese tema está pegando muy fuerte en las discotecas, que lo baila todo el mundo. Y decidimos incluirlo de nuevo y fue un éxito. También pasaba al revés. Apostabas por un tema que te fascinaba y no funcionaba. Te pongo un ejemplo maravilloso con Adriano Celentano que me encanta. Recibo una llamada de su director de promoción y me dice que viene a Madrid a grabar en español El árbol de 30 pisos y me invitó a la grabación. Allí me fui como loco. Toda la tarde grabando durante horas, yo incluso le cambié alguna palabra, involucrado al mil por mil. Cuando llego al estudio se lo enseño a mi equipo y todos me miraban raro. Yo lo había escuchado 400 veces y estaba enamorado del tema, pero a mi gente no le gustó. Bueno, pues me empeñé; una semana, dos, tres, cuatro, cinco…disco rojo y no se vendió ni uno. Es el ejemplo más significativo de fracaso que he vivido. Debo decir que con esa canción en concreto me empeñé, sacando a relucir mi condición de jefe, pero es un suceso aislado. Siempre hacía caso a mi equipo. Si éramos 30 y 28 opinaban lo mismo, yo pensaba: 28 tíos no pueden estar equivocados.


5. - Dígame un momento absolutamente feliz que destacaría dentro de toda su trayectoria profesional y otro que le gustaría borrar de la memoria.

«Uy, feliz, feliz tengo varios. Te diré uno: el festival de la isla de Wight, en el Reino Unido, año 1969. Disfruté tanto…Fui solo y me situé ahí en primera línea junto a todos los fotógrafos. Fueron tres días de música casi las 24 del día, de compañerismo con la gente, fue un disfrute increíble. Cuando se terminaba a las cuatro de la mañana, me metía en mi coche con la calefacción porque hacía un frío tremendo. ¿Y algún suceso para borrar? Pues he sido muy afortunado, porque en la radio no me han hecho putadas. Pero te diré el día de mayor tristeza para mí. Fue con Los Bravos. Ese grupo lo hicimos nosotros; el nombre, el lanzamiento, el apoyo…todo. Fue penoso porque me los encontré un día en un restaurante y me negaron el saludo por una pequeña crítica que había hecho en el programa. Me fui del restaurante sin cenar y con una tristeza enorme ».

6.- ¿Cuáles son las tres piedras angulares por las que se rige en su vida?

«Lo más bonito en la vida es tratar de hacer feliz a esa media docena de personas importantes que rodean tu vida, eso lo primero. Lo segundo no hacer daño a nadie, al menos de forma consciente y lo tercero trabajar para que el oyente sea feliz».

"¿QUÉ CÓMO ME LLEVO CON ABELLÁN?

 SENCILLAMENTE, NO ME LLEVO"



7.- Los 40 principales no era solo un programa discográfico, sino una escuela de talento radiofónico de la que han surgido multitud de comunicadores. ¿De cuántos se siente satisfecho y de cuántos lamenta haberles dado una oportunidad?

«Me siento satisfecho de todos… ».

Al escuchar eso, salto como un resorte y le digo que si va a mantener la línea editorial de lo políticamente correcto durante toda la entrevista, no me interesa. Quiero nombres.

« El mejor para mí, José Antonio Abellán»

Le miro con cierta incredulidad y yo misma repito: ¿el mejor, Abellán? Ahí me matiza.

«El mejor comunicador para gente joven. Luego será lo que sea, pero… ».

Le vuelvo a interrumpir: ¿Cómo se lleva con él?, le pregunto.

«Uff, no me llevo. Date cuenta que yo me marché de la Cope por su culpa. Hombre, que si me lo encuentro no le niego el saludo, porque no está uno para perder el tiempo odiando a la gente, pero sería cortesía mal disimulada. Te diré una cosa: yo el día que me jubilé me dije a mí mismo que a partir de ese momento, todos eran amigos. A mi edad, ya me da igual todo ».


¿Por cierto, qué años tiene usted?, le pregunto y me dice que 67. Yo le respondo que no me cuente cuentos, porque eso no es verdad. No es que conozca el dato, pero echar cuentas sabemos todos y la cifra no me sale ni haciendo trampas. Nos reímos a carcajadas.

«Claro que no es verdad, pero no te lo voy a decir. No se lo digo ni a mi hijo. Hace más de 20 años que no confieso mi edad».

No sé si la no confesión se corresponde con un asunto de coquetería masculina o por seguir manteniendo casi en secreto todos los datos que rodean su vida profesional. Pienso que esta entrevista está siendo distendida, amable y enriquecedora, pero sumamente agotadora para mí. Él no me lo pone fácil a la hora de dispensar información novedosa. No puedo tacharlo de inabordable, porque sin conocerme de nada, ha accedido con amabilidad a esta entrevista sin pedirme antes las preguntas que iba a formularle, y yo eso lo agradezco con rotundidad, pero sí es cierto que desgrana la información con cuentagotas, midiendo cada palabra que pronuncia con la precisión quirúrgica de un bisturí. Hace rato que sé que no me va a contar nada de lo que quiero saber, pero no pienso relajarme. Mi obligación es convertir esta entrevista es especial, única y muy leída. Y si puede ser  en objeto de culto, tanto mejor.


8.- Cuando uno llega a lo más alto en la cota de popularidad y de poder, como es su caso, ¿cuál es la fórmula para domesticar el ego y no terminar siendo engullido por la vanidad?

«La fórmula es pensar que estás ahí porque te ha tocado, porque le podía haber tocado a otro. Siempre he procurado no ser un chulito. No es fácil, porque todo lo que te rodea es justo lo contrario. Hay gente de aquella época a la que me encuentro y me saludan con un “Hola, jefe”, treinta años después. Eso es lo que me llena de orgullo. Cada uno es como es. Igual son cosas de los de Chamberí, Cantón independiente de Chamberí».

Risas.

9.-  ¿A quién conoce usted que debería entrevistar yo?

«Uff, hombre hay mucha gente que te recomendaría. Pero yo te diría Miguel Ríos».


"TENGO UNA CUENTA SECRETA EN TWITTER EN

 LA QUE ME DESAHOGO A GUSTO"



10.-  Un día normal en la vida de Rafael Revert es…

«Pues ahora, en mi momento actual de persona retirada, me levanto, pronto no, porque me acuesto tarde, desayuno y me subo al despacho para contestar correos y mensajes, me meto en Internet y consulto mis páginas favoritas: el tiempo, el Real Madrid, mi cuenta en Twitter…».

¡Cómo! ¿Qué tiene una cuenta en Twitter?, le pregunto extrañada. Pero si he consultado todas las redes sociales en busca de su nombre y la única que he encontrado es en Facebook y muy poco utilizada. Se ríe, con una sonrisa traviesa y nerviosa que yo interpreto como preludio de alguna revelación “canallescamente” encantadora. Mi olfato no falla.

 «Sí, sí, tengo una cuenta en Twitter. Pero no te voy a decir el seudónimo con el que tuiteo ».

¿Tampoco me va a desvelar ese dato? Ni la edad, ni sus redes sociales… ¿qué será lo próximo? Entonces… ¿para qué he venido hasta aquí?, le digo entre risas, pero la verdad es que comienza a brotarme la frustración y un cierto enojo. A estas alturas, entre el misterio de su fecha de nacimiento y su cuenta apócrifa en Twitter, empiezo a dudar de mis capacidades periodísticas y lo que es peor, de mi propio encanto femenino.

«No te la puedo decir, porque si te digo el nombre, ya la hemos liado. Ahí me desahogo con todo el que quiero y lo pongo a parir. Cosas de fútbol, de política…Me cago en todo ».

Visto que no voy a poder sonsacarle nada más, volvemos a navegar por las apacibles aguas de lo que supone su día a día actual. Le pregunto por el golf, porque me han soplado que iba a jugar varias veces a la semana.

«He jugado mucho, sí. Pero desde que me atacó una ciática tremenda, ya no voy prácticamente. Me afectó a una vértebra y el médico me advirtió que podía ir a peor y perjudicar a la columna vertebral. Me acojonó y lo dejé. Y luego tengo manías mías. Por ejemplo todos los días a las 15,00 y a las 22,00 me veo una película, así por sistema ».


11.- Con la experiencia que tiene ahora y desde la perspectiva que solo es capaz de otorgar el tiempo, ¿qué cosas no volvería a hacer?

«Volvería a hacer lo mismo. No tengo cosas que lamentar ».

12.- Muchos de los artistas que hoy triunfan apoteósicamente, no estarían ahí si no fuera por usted. Algunos jamás hubieran llegado y otros, de llegar, lo hubiesen hecho con mucha más dificultad o nunca. Una vez encumbrados, ¿la gente tiene memoria o por el contrario prima la ingratitud y el olvido?

« Pues yo debo decirte que la gente tiene memoria para bien. Siempre que me encuentro a alguno, nos saludamos con alegría y cariño. Hace poco vino un amigo de mi hijo al que le encanta Carlos Segarra, de Los Rebeldes. Le dije que si quería podía ponerle en comunicación con él. Llamé a Carlos, hacía veinte años que no hablaba con él. Le dije: “Carlos, soy Rafa Revert” y él me respondió con un: “Coño, Rafa, qué alegría tu llamada”. Estuvo cariñoso, encantador… Igual que si hubiéramos hablado anteayer. Y eso tiene  mucho mérito, porque yo ahora no soy nadie. Al final resultó que tocaba esa misma semana en las fiestas de Pozuelo, al lado de mi casa, y nos invitó a que fuéramos a verle.».

"FUI EL ÚNICO PERIODISTA ESPAÑOL QUE 

ESTUVO CUBRIENDO EL ENTIERRO DE ELVIS"


13.- Cuénteme los motivos y detalles que hicieron que usted estuviera en Memphis asistiendo al entierro de Elvis. Por cierto, el único periodista español que asistió.


«Yo estaba de vacaciones en EE.UU. Todos los años iba en verano un mes. Esa mañana puse la radio y escuché que se había muerto Elvis. Pero como mi inglés es una pena, pensé que había entendido mal. Me informé bien y efectivamente, así era. Así que, me fui rápidamente al aeropuerto a coger un avión camino de Memphis. Llego a la puerta de su casa, me identifico y me dicen que puedo pasar, pero solo hasta el jardín. De ver a Elvis, nada de nada. Y allí estuvimos pues unos 60 o 70 periodistas viendo como entraban y salían cientos y cientos de coches y personas durante horas. Al llegar la noche, uno de los periodistas, que era oriundo de allí, me dijo que si quería ir a su casa a dormir un rato, detalle que agradecí muchísimo. Dormimos 5 o 6 horas y al día siguiente vuelta a lo mismo. Ya ese día tenían preparados unos autobuses para todos nosotros y nos llevaron al cementerio. Nos colocaron muy lejos, veíamos todo, pero como a quinientos metros. Aun así, era un privilegio. Yo llamaba a la SER tres o cuatro veces al día para dar el parte de todo lo que ocurría. Mi pena con todo esto es que hasta tres veces había sido invitado para verle actuar en directo. Nunca pude porque me coincidió con otras cosas y después lo lamenté mucho. ¡Quién iba a pensar que moriría tan joven! ».

14.- Ponga en orden de importancia a su llegada a la radio estos tres nombres y el motivo para colocarlos así: Tomás Martín Blanco, Raúl Matas y Ángel Álvarez.

« Te los voy a colocar por orden de aparición en escena… ».

Vuelvo a saltar y no le dejo terminar. ¡No! El orden de aparición ya lo sé yo, no hace falta que me lo diga. La pregunta es otra y quiero una respuesta.
Porque soy peleona e inconformista, pero cualquier otra habría sucumbido ya a ese intento subrepticio de querer ser entrevistador y entrevistado a la vez para conseguir moldear la entrevista a su gusto, pero no al mío. En cualquier caso me es imposible enfadarme con él; es afectuoso, cercano, se ríe mucho conmigo cuando le “riño” y cuenta con un aspecto campechano y encantador. Todo ello me conduce más a empatizar con él que a salir corriendo de allí. Como me ve un poco enfadada, destensa la cuerda y me regala una pequeña victoria.

«Está bien... El primero, Tomás Martín Blanco. Mi primer jefe importante y un hombre con el que aprendí muchísimo. Un comunicador extraordinario. Segundo, Ángel Álvarez, también fue mi jefe y con él empecé en la música. Con él hice el programa Caravana Musical del que acabé siendo el tesorero y estuve con él 4 años. Y el tercero,  Raúl Matas. Nunca trabajé con él, pero yo cuando me reunía con Ángel, le escribía a Raúl todas las semanas para que le mandara las diez canciones favoritas y yo le enviaba todo discos americanos. Y un día me manda a la emisora y me presento a Raúl: “Hola, soy Rafael Revert”. Y Raúl me mira y me dice: “Tú eres el Revert ese que me manda esa carta todas las semanas que nos jode toda la programación” Ellos hacían una lista con los votos y claro tenían que poner diez títulos que no votaba nadie más que yo. Era un tío trabajador, encantador, muy útil. Siempre me lo encontraba en el Festival de Viña del Mar  ».

15.- Se lanza a la creación de Cadena 100 tras su marcha de Los 40 principales. ¿Fue esta marcha traumática o deseada? ¿Cuáles fueron los motivos para tomar una decisión tan importante como aquella?

«Pues mira, te diré el motivo. En la SER siempre había hecho lo que me daba la gana. Yo tomaba las decisiones en lo que a música se refería. Un día tomé una en concreto y fue revocada por el nuevo director y eso me sentó fatal. Hubo una persona que hizo un trabajo y yo me comprometí a pagarle una cantidad. Y me dicen que les parece mucho. Hablé con el tipo al que se le debía el dinero y le conté lo que había. Él decidió  ir a hablar en persona con el director y, con toda elegancia le dijo: “Quedaos con todo lo que me debéis. Os lo regalo”. Y se marchó. Aquello a mí me dejo muy tocado. En ese momento se habían ido Galdón y Planas a la Cope, y ellos me insistían en que me fuera para allá. De todas formas yo ya no estaba cómodo. Y entre la incomodidad y las tentaciones para que me marchara, tomé la decisión. ».

¿Es cierto que Joaquín Luqui estuvo a punto de marcharse con usted y le convencieron de que se quedara con una subida de sueldo?

«Peor fue lo de Merino. Le ofrezco venirse conmigo, crear una sociedad y el 30 por ciento para él. Vamos una cena de despedida de Rafael de Benito y esa misma noche le digo a Merino: "Mañana a las 10 en el notario para firmar las escrituras". Me llama al día siguiente a las 9,30 de la mañana y me dice que se queda en la SER. Ya me lo había advertido Galdón que tenía mucha vista para esas cosas: “Cuidado con él, ese tío te va a traicionar”. Y así fue. Y  en cuanto a Luqui se venía conmigo seguro porque ya lo habíamos pactado, pero le engañaron como a un tonto. Le ofrecieron hacer varios programas más, subida de sueldo… y finalmente nada de nada. Tiempo después me llamó y me dijo que estaba muy descontento. Yo le dije que conmigo siempre tendría un micro para lo que quisiera, cuando quisiera. Eso sí, yo no podía pagarle al mismo nivel. Así quedamos, pasó el tiempo y no me dijo nada. Yo le llamé dos días antes de mi boda y le dije que quedábamos emplazados para hablar a mi vuelta del viaje de novios. Estando yo en Sonora de luna de miel, me llaman y me dicen que había fallecido. A Joaquín yo le tenía un cariño especial, un gran amigo, una gran persona. Carismático como pocos y con una voz inconfundible. Una pérdida irreparable».





16.-  Dígame, ¿es verdad que la Movida madrileña tuvo su oportunidad de oro cuando en 1983 las grandes compañías discográficas se negaron a entregar discos de promoción a la SER y usted tomó la decisión de abrir la programación a los independientes?

«No es así. O yo no lo recuerdo de esa manera. A los independientes nunca se les negó la entrada».

Pero hubo un momento en que las grandes compañías se negaron a entregar discos…

«Pero es otra la verdad. Era una putada. Porque es cierto que se negaban a entregar los discos, pero me los enviaban a mi casa. Y yo tenía que coger las putas cajas y cargarlas hasta la radio. No los entregaban en la emisora, sino que se los enviaban a Rafael Revert a su domicilio particular. Tengo una anécdota muy graciosa. Un día me llega un disco de Aviador Dro con una hoja de promoción que decía no sé qué de la mierda de Los 40 principales…Llamo a la compañía a ver qué es esto. Hablo con el director Servando Carballar y me dice que es una equivocación, que ya lo ha quitado de todos los sitios, en fin, un poco avergonzado me pide perdón. Me llevo el disco, que me gustaba un huevo, y lo empiezo a poner y claro, fue un éxito. Es decir, la puerta a los independientes siempre estuvo abierta, es más, me caen mejor, pero la mayoría de las veces,  ni te enviaban los discos».

17.-  Ya no hay prescriptores, no hay directores que vean un futuro éxito en una grabación recién editada. Por no haber, ya no hay ni discos en las tiendas, pero tampoco audiencia porque han emigrado a las playlists on line. ¿Cree que los call-outs ( las encuestas telefónicas) han matado el espíritu de la programación musical de la radio?

«Absolutamente. Han acabado con la decisión de los posibles prescriptores. Los Djs hacen todo sin ningún amor, sin entusiasmo, sin ganas. Les dan una lista con lo que deben poner y listo; eso es todo lo que hacen ».


18.- Dígame los nombres de los artistas de los que se siente orgulloso de haber sido parte esencial para su éxito y uno que considere un patinazo.

«Parte esencial, de todos. Destacaría Mecano, Mari Trini, Los Bravos, Los Brincos, Miguel Ríos, Hombres G, Radio Futura. Y patinazo, pues no caigo en ninguno ».

A estas alturas de la entrevista ya sé que no se va comprometer en ciertas respuestas, por lo tanto, no insisto. Pienso para mí que habrá habido más de un patinazo, que por otra parte es lo lógico en una carrera tan dilatada como la suya, pero Revert es, ante todo, frugal en sus declaraciones y políticamente correcto. A mi modo de ver, en exceso. Pero, por supuesto, es una opinión subjetiva. Yo creo que con elegancia, todo se puede decir. 

19.- Soy una advenediza en esta profesión, una recién llegada por esos caprichos del destino. Dígame tres consejos básicos que me daría para transitar por ella con inteligencia, pero sin perder por el camino la honestidad ni la honradez.

«Que utilices el corazón más que la cabeza. Que cuando llegues a ser una tía importante, que lo serás, no te lo creas».

Yo le digo que es imposible que yo llegue a ser alguien importante. Mis ambiciones se sitúan en la orilla de lo humano y en el crecimiento profesional y personal,  no me interesa medrar a costa del "todo vale" con el único objetivo de un interés crematístico.

20.- Y finalmente ¿en cuál de estas aventuras al amor por la música considera que ha conseguido el mejor hándicap del recorrido?

«Con los 40 está claro. Mis mayores éxitos y mi mayor disfrute han estado vinculados a esa época»

1.- Una canción a la que vuelve una y otra vez, por el motivo que sea. Esa que podría ser su epitafio, la banda sonora de su vida o su plan B.

« Good morning, Captain del grupo Fendermen, porque fue la  primera canción que me entusiasmó en mi vida. Es un tema que escucho desde que tenía 12 o 13 años y a día de hoy sigo haciéndolo».


Nos hacemos fotos y me despido de él dándole las gracias por este rato tan agradable. Un tipo muy interesante, tímido y con un afán sano por ver siempre el vaso medio lleno y resaltar la parte positiva de cada situación; espero poder coincidir en otra ocasión. Me hizo una medio promesa que le pienso reclamar. Esa ya os la contaré otro día. Decía al principio que hay muy poca información sobre él en las redes, entre otras razones porque no es amigo de las entrevistas. Entiendo ahora el porqué. Creo que vosotros también llegaréis a la misma conclusión que yo, si habéis sido capaces de leer hasta aquí. O no...


Autora de la entrevista: Susana Cañil
Todos los derechos reservados








miércoles, 4 de septiembre de 2019

LA DESPEDIDA





Me la encontré en el metro hace unos años. Fue ella la que al reconocerme elevó mi nombre por encima de la contaminación acústica que suele imperar durante la hora punta del metro madrileño, mientras yo recorría con premura uno de esos interminables pasillos subterráneos plagados de almas anónimas con mucha prisa y escasa paciencia. Volvía a casa tras una larga jornada de trabajo. Al escuchar mi nombre la miré, y pensé que se había equivocado, pero ante su insistencia, me paré. La escruté de arriba abajo, rebuscando en los compartimentos de mi memoria para tratar de ubicarla, pero no daba con la pista. Estaba a punto de irme, cuando aterricé en sus ojos. Enormes, de un verde sin inventar y larguísimas pestañas; algo en ella me resultaba familiar… Soy Ana, ¿te acuerdas?, me dijo sonriendo con cara de felicidad.



¡Claro! En ese momento caí en la cuenta. Ella sí me identificó. Yo a ella no la hubiese reconocido jamás. Debió notar mi cara de perplejidad, porque enseguida justificó su terrible cambio físico.

Ana fue de esas amigas con las que forjas una sólida amistad de adolescencia. Nos conocimos a través de un primo suyo, compañero mío de colegio. Yo tenía 16 y ella me sacaba unos 5 años. Pero eso nunca supuso una brecha en nuestra relación, más bien todo lo contrario. Al ser mayor que yo, su grupo de amigos también se movía en la misma frecuencia, lo que para mí resultaba divertido y enriquecedor. Fueron años felices de compartir tardes de patinaje sobre hielo, excursiones, conciertos, días estivales en la piscina, confidencias, enfados y decepciones. Éramos casi inseparables. Nos repetíamos como un mantra  que seríamos amigas para siempre. De ahí pasamos a nuestros primeros novietes, situación que trajo enhebrados los  primeros indicios de cisma perfumados de desencanto. Ana era una chica lista, con ansias de superación, leal, honesta y con un físico de modelo que quitaba el hipo. A su lado, yo era un patito feo. 

Pero adolecía de autoestima, carencia por la que tuvo que pagar un peaje carísimo. Provenía de una familia honrada, pero bastante humilde, que vivía en un barrio periférico y conflictivo de Madrid. En contra de su voluntad, tuvo que abandonar los estudios muy temprano y ponerse a trabajar como asistenta en casa de un conocido político de la época. Primaba alimentar al estómago antes que al intelecto, por pura supervivencia familiar.  Le tocó la lotería, porque el señor era honrado, íntegro y un caballero. Inteligente como era, percibió rápidamente las posibilidades de mi amiga y se ofreció a sufragarle los estudios, con la condición de que siguiera atendiendo su casa. Yo, por supuesto, no solo me alegré, sino que la alenté a seguir por ese camino.

Nuestra amistad seguía en pie, aunque maltrecha. Ya se palpaba un distanciamiento que nada tenía que ver con el cariño y la lealtad que nos profesábamos, pero sí, y mucho, con el contraste de inquietudes, planes de futuro y conductas éticas que nos posicionaban en las antípodas, sin remisión.
Un día conoció a un chico por el que, de la noche a la mañana, se volvió loca. El tipo era guapo a rabiar, pero a mí me produjo un rechazo inmediato. Siempre he tenido un radar al que yo apodo el 3G, genuino, geométrico y garante, que hace saltar todas mis alarmas ante cierto tipo de individuos, sin margen posible de error. Este era uno de esos casos. Tras su espectacular carcasa, yo vislumbré en unos días lo que ella tardó media vida en ver y la otra media en reconocer. Era un chulo de libro: controlador, celoso, ruin, holgazán y con adicciones; lo que viene a ser una joyita. Advertí a mi amiga de lo que se le venía encima y toleró mis injerencias durante un breve espacio de tiempo, solo por respeto a nuestra ya casi extinta amistad. Cuando él logró sus propósitos, que dejara sus estudios y apartarla de la “mala influencia” que era yo, entró por la puerta grande a un infierno de dimensiones espeluznantes. Ya de novios comenzaron las palizas, después la introdujo en el alcohol y las drogas y finalmente, la dejó embarazada. Y todo en tiempo record. Su entorno al completo, familia y amigos, cerramos filas en torno a ella y pusimos el mayor énfasis en ayudarla a salir de allí. Hasta su jefe quiso intervenir, pero todos nuestros empeños resultaron infructuosos.

Cuando se casó con él, yo me alejé para siempre de ella con plena conciencia y mucho dolor. Tiempo después desfiló el resto de sus amigos, consumidos por sus negativas a dejarse ayudar, hasta que se quedó completamente sola.  Hice lo que buenamente pude, pero cada uno es gerente de su propio albedrío y yo no estaba dispuesta a dejarme arrastrar a su peligroso abismo.
Por amigos comunes me enteré después de que fue madre de dos hijas, que él nunca trabajó y siempre vivió a su costa, y que los golpes continuaron. Nunca más supe de ella ni quise.

Me contó todo el drama de lo que había sido su existencia un día de invierno, en una estación cualquiera de metro, en medio de un ir y venir de una muchedumbre ajena, lo que revestía a la escena de algo lúgubre y anacrónico. Seguía siendo muy joven, pero ya no quedaba vestigio alguno de la beldad que fue, a excepción de su mirada esmeralda. Había dejado el alcohol y las drogas y se había divorciado de ese ser indeseable. Parece que, por fin, reunió el valor necesario para dar el paso, pero los daños eran incalculables. Llegaba tarde a casi todo. Ver su deterioro exterior, era solo la punta de iceberg. Me pidió el teléfono y vernos para tomar un café, con ánimo de retomar la amistad. Le dije que no sin pestañear. Hacía tres vidas que Ana había dejado de formar parte de mis amistades. Mi núcleo duro ya estaba formado y no había sitio para ella. Cada una eligió una senda. No digo que la mía haya estado exenta de errores pero, desde luego, nunca hubo, ni habrá, saltos al vacío que pongan en juego mi vida, mis principios ni mi dignidad. Me despedí de aquella desconocida que durante unos minutos, sin aviso ni permiso, había invadido mi  tranquilidad. Hay personas con las que te reencuentras tras mucho tiempo y tiñen de sombras tu recuerdo. Y el suyo.

Hoy, casi diez años después de aquel encuentro fortuito, me entero de que ha fallecido. Puede que haya sido de desabrigo, de tristura, de soledad, de los efectos de las sustancias que durante años formaron parte de su rutina, de las palizas que permitió o de nada de eso. O de todo a la vez. Tal vez estaba exhausta de tanto sobrevivir. Todo lo que hacemos, y lo que dejamos de hacer, imprime su huella y pasa factura. Entre el destino y el desatino solo hay una letra que marca la diferencia. ¡Pero menuda diferencia!

Autora del texto: @susanacanil

Todos los derechos reservados


martes, 16 de julio de 2019

Miguel de los Santos: «Cuando me di cuenta de la mafia que se cocía en la trastienda del mundo discográfico, ya era tarde para denunciarlo»


20 PREGUNTAS CANALLAS Y UNA CANCIÓN 

DESESPERADA 

Entrevista a Miguel de los Santos
por Susana Cañil

Me cita en su empresa, ubicada en la emblemática Gran Vía madrileña, a las 11,30 de la mañana. Un espacio situado en la octava planta de un edificio cualquiera con vistas espectaculares al Madrid más canalla, ecléctico y provocador.

Desde los amplios ventanales de su despacho te sientes poderoso y puedes, por un momento, tutear a ese cielo capitalino, tan genuino. El mismo con el que los madrileños soñamos en afincarnos de forma permanente, en un viaje directo desde el asfalto y sin escalas intermedias; eso sí, cuando nos llegue la hora. 




No me sorprende la estética de su espacio de trabajo; sobrio, elegante, ordenado y sencillo, muy acorde con la persona que lo habita. Sin adornos superfluos o elementos que incomoden o distraigan. Una rápida ojeada y algo me llama la atención; o más que algo, la ausencia de ese algo. Escudriño cada rincón minuciosamente, pero no lo encuentro. No está. Creo que luego le preguntaré por ello.







Miguel es un hombre alto, de mirada sagaz, sin un ápice de grasa y distinguido. El próximo 30 de julio cumplirá 83 años y al verle uno imagina que, en alguno de sus viajes a parajes recónditos por esas tierras americanas, algún chamán con poderes ocultos le inoculó una pócima que impide su envejecimiento. Me recibe cariñoso y cercano y mientras sale a pedirle a su secretaria que nos traiga unas botellas de agua, yo aprovecho para curiosear y tomar fotos.

Siempre me ha parecido que hay dos cosas que hablan de las personas; cómo luzca su espacio de trabajo y su forma de vestir. Respecto al primer punto, en él abundan las fotos familiares. Todo un mueble en el que se apoyan números marcos con retratos de personas de su núcleo familiar. En las paredes sus títulos, momentos profesionales y premios primorosamente enmarcados. En cuanto a lo segundo, está dotado de una elegancia inherente, de esa que viene de serie, que él potencia con un estilo impecable en su vestimenta y en sus maneras.












La trayectoria de Miguel de los Santos es de sobra conocida. Un legendario del periodismo que inició su andadura en las ondas a mediados de los años 50 con programas como Fórmula 45,  Hoy es domingo, Vacaciones en España o Los 40 principales. También cosechó éxitos memorables en la pequeña pantalla con espacios como Voces de oro, La gran ocasión, Retrato en Vivo, Mundo noche, Viento, madera y barro, Con otro acento… Periodista, escritor, empresario, creador de formatos, descubridor de talentos musicales, comentarista del Festival de Eurovisión, reportero, viajero incansable y hombre familiar. Se describe como honesto y visceral. Esto último me llama la atención pues, en principio, para nada lo aparenta. A medida que avance la entrevista, comprobaré que no miente por sus respuestas rápidas, sin pensar, esas que emergen directamente de la fábrica del corazón y se cuecen en el puchero de las entrañas. Porque…¿hay algo más veraz que un impulso?





1.-  Una sola palabra que defina para usted lo que es la radio.

«Magia».

2.-  Cuando a uno le describen como historia viva de la radio, significa que acumula cumpleaños en el almanaque y experiencia en la mochila, pero… ¿cómo le sienta a Miguel de los Santos cumplir años?

« ¡Divinamente! Si no los cumpliera, entonces sí que me sentaría mal. Mira, te voy a confesar algo muy familiar. Cuando cumplí los 70  prohibí a mis hijos y a mi mujer que me felicitaran porque me sentaba fatal. Cuando rebasé esa cifra reflexioné y me dije a mí mismo que llegados a ese punto de la vida, ya qué más daba. Y en esas estoy».

3.-  Cree usted que todo está inventado en el mundo de la comunicación.

«Para nada. Después de todo lo que está aconteciendo con las redes sociales y el mundo digital, quién podría pensar que no se puede presentar otro “milagro” que lo supere…Si hace treinta años alguien me hubiera anticipado todo lo que iba a ocurrir en el ámbito de la comunicación global, me hubiera parecido una quimera. Esto puede ir todavía mucho más allá».

4.- Sé que es usted un gran lector. Dígame esos libros que todos guardamos a mano en nuestra biblioteca particular para releer tantas veces como nos pida el cuerpo o la mente.

«Especialmente toda la novelística de García Márquez, la colección de cuentos de Cortázar, encabezada por Rayuela, que no es un cuento pero me fascina, no tanto la historia que cuenta, sino la arquitectura que desarrolló para escribirla, y toda la primera etapa de Mario Vargas Llosa».

5. - Vivimos en un mundo cambiante donde cada década, cada año hace que nada se parezca a lo anterior, tanto en el mundo como en España. ¿Cree que ahora se cumple lo que anticipó el programa España innova  y estamos ahora a la vanguardia?

«Si no a la vanguardia, sí al menos en el grupo de cabeza, en ese que se disputa el título».





6.- La música fue su primer motor al llegar a la radio y durante años su opinión fue muy valorada. Me gustaría hablar de esa relación entre discográficas y medios. ¿Era tan problemática como se comenta o por el contrario había empatía  con los jefes de promoción?

«Siempre fui un ingenuo y bastante tontorrón. He ido a lo mío que era la creación, desarrollar mis ideas dentro de esta profesión tan fascinante de la comunicación y del periodismo. Cuando me di cuenta de todo lo que se cocía en la trastienda del mundo discográfico, ya era demasiado tarde para denunciarlo porque yo ya estaba fuera de todo aquello. Con el tiempo sí confirmé que había una mafia discográfica en España en la que estaba pringado un gran porcentaje de la gente que formaba parte de ella, incluso con el beneplácito de las propias empresas. La SER fue pionera en cobrar cánones, a mi modo de ver ilegales, por colocar discos en los primeros puestos de Los 40 principales y otros programas similares. Desconozco si los gestores participaban o era algo puramente empresarial. Cuando la gente se jubila se suelta la lengua y algunos directores se jubilaron y entonces algunos amigos míos me contaron cosas que cuando estaba en activo no hubiera podido ni imaginarme. Incluso colegas míos, me consta que ponían la mano bajo cuerda».

En este punto le miro sorprendida. No por lo que cuenta, que a estas alturas de la película ya nada nos descoloca ni nos asombra en esta sociedad vulgar, pervertida y huérfana de valores, sino por el hecho de que me lo está contando en voz alta y con mi grabadora en funcionamiento encima de su mesa, como fiel testigo de cargo. Se lo  recuerdo y le digo que me está proporcionando un titular jugoso. Él  asiente, tranquilo y sonriente y a modo de respuesta me contesta algo que zanja cualquier duda:

«A mis años ya me puedo permitir cualquier cosa».

7.- Vivimos en la época de los talent show, espacios de televisión donde jóvenes que cantan participan en karaokes gigantes en pos de la fama. ¿Cómo han cambiado las cosas entre La gran ocasión y los programas actuales como La Voz?

«Fundamentalmente en lo que se refiere a la tecnología. Lo esencial en el hombre son las ideas y en el artista, lo que es capaz de transmitir. Los elementos que lo envuelvan pueden potenciar sustancialmente el hecho de la puesta en escena. Pero en el fondo yo creo, en mi humilde opinión, que la llamada Década prodigiosa, es irrepetible. Solistas y grupos con un catálogo tan extenso y de una calidad tan abrumadora como aquellos artistas, ni se dan ahora, ni se podrán dar jamás».

Pasa a darme un listado de nombres, grandes nombres de la música española y alguno de fuera, todos muy reconocidos que no reproduzco aquí porque son tantos que él teme haberse olvidado de alguno. Olvido que sería imperdonable, pues mantiene amistad cercana con muchos de ellos. Así que, echad mano de vuestra memoria y/o cultura musical y os saldrán muchos, muchísimos porque fue una época fecunda y memorable.

Yo pienso que ahora prima mucho más el continente que el contenido. ¿Está de acuerdo?

« ¡Absolutamente! Los medios técnicos son esenciales: iluminación, sonido, escenografía, coreografía…Mira voy a darte un dato. Cuando yo hacía el programa La gran ocasión disponía de la gran orquesta de RTVE, el Estudio 1 que era el mejor plató de Prado del Rey, el ballet de Gisa Geert y de una figura internacional que apadrinaba la nómina de los pretendientes a ganar el concurso. A nivel humano todo era excepcional, pero técnicamente era otra historia; no me podía mover por el plató con independencia, porque los focos de iluminación estaban marcados en el suelo y yo no podía salirme de allí. Todo eso te condicionaba y te creaba una sensación robótica y limitante. En cuanto al sonido ya ni hablamos. En una ocasión tuve de invitada a Vicky Leandros, la que fuera ganadora del Festival de Eurovisión, al terminar la entrevista, que era en una mesita baja con micrófono, me levanté y fui andando y hablando a la vez hacia otra parte del estudio. Se me olvidó coger el micro y, por supuesto, nada de lo que dije se escuchó. Como esa anécdota, tengo cientos. Pero volviendo a tu pregunta inicial hoy no prima la calidad ni el talento. Con una buena campaña promocional y los medios técnicos tan avanzados que hay hoy en día, cualquiera puede triunfar. Ejemplos tenemos muchos».

8.- ¿Qué queda de aquel joven que nació y se crió en Valdemoro?

«Mucho, queda mucho, afortunadamente. Porque si no hubiera sido ese joven que nació allí, tal vez hubiese sido uno de esos que pusieron la mano en esos tiempos de los que te hablaba antes. Queda la ingenuidad, queda esa pureza mental que una supervivencia posguerra  obliga a un chico de pueblo, que para más señas era el hijo del secretario del ayuntamiento, a mantener la compostura en las formas, tantos en las exteriores como en las interiores. Yo era un chico de aquella burguesía que heredaba la gabardina de su tío para ir a los guateques a bailar con las chicas. Y de ahí nace la novela que acabo de publicar, donde se refleja ese mundo y dentro de los múltiples personajes que propongo, hay mucho de aquel chico de Valdemoro».





¿Y su amor por el cine también viene de allí? 

«Sí, mi padre para sobrevivir, antes  de la guerra, tuvo casi una docena de cines repartidos entre Madrid y Toledo. La guerra se lo llevó todo por delante, los cines y su plaza en un ayuntamiento de primera. Tuvo que conformarse con uno de tercera como el de Valdemoro. Los republicanos le tacharon de facha, los nacionales de republicano y de rojo, con lo que se quedó entre dos aguas. Y como era mucho más tibio que yo, que no lo soy en absoluto, pues se conformó con lo que había. Eso nos enseñó mucho para transitar por la vida. Pero lejos de quejarme, considero que ha sido una experiencia importante para todo lo que después he vivido».

9.-  ¿A quién conoce usted que debería entrevistar yo?

Cara de sorpresa, piensa unos segundos y rápidamente lo tiene claro.

«Yo te diría, porque le adoro como persona, como amigo y como profesional, a Luis del Val. Es un genio que todavía no está reconocido como tal. Te recomiendo encarecidamente su último libro».

Se levanta de la mesa y va hacia su escritorio, atrapa su teléfono móvil y marca el número de Luis del Val al que le habla de mí y de su interés en que le entreviste para mi blog. Por supuesto, yo estoy agradecida y encantada. Siempre he sentido fascinación por los hombres armados intelectualmente y hoy estoy de suerte; voy a entrevistar a dos. Le doy las gracias por el detalle y la rapidez de su respuesta y volvemos a retomar la entrevista. Pero en ese ínterin, aprovecho para preguntarle eso que me llamó la atención al llegar.

¿Usted no tiene ordenador?

«Sí y no. Yo escribo a máquina. De hecho, todo lo escribo a máquina. No solo la novela que acabo de publicar (600 páginas), sino todo lo demás. Se lo doy a mi secretaria y ella lo transcribe al ordenador».

¡Esa pobre mujer tiene ganado el cielo!, le digo cediendo a mi impulsividad. Él se ríe y la llama al despacho para que traiga su último artículo publicado. Efectivamente aparece ella con el original escrito en la máquina de escribir y los posteriores borradores, con tachones y cambios, que a su vez ella debe ir incorporando. De repente tengo la sensación de haber retrocedido en el tiempo y ese despacho se me antoja anacrónico y sumamente romántico cuando él saca de algún lugar que desconozco una preciosa Olivetti Lettera 35.

«Únicamente utilizo el ordenador para correos electrónicos. El resto, en esta joya».

10.-  Aunque no es su primera incursión en el mundo literario, acaba usted de publicar su primera novela, El fabuloso mundo de Mateo Benavides. ¿Cómo surge la idea de embarcarse en esta aventura?

«No surge, era un compromiso que tenía conmigo mismo desde hacía mucho tiempo. Yo creo que hoy disfrutamos de un estado de bienestar, una sociedad confortable, amable, con un cierto dispendio, estamos inscritos en el primer mundo que tantas cosas buenas tiene, pero en el que se han perdido muchos valores de capital importancia. El libro podría definirse como la biografía de un personaje utópico en un pueblo utópico, todo imaginario, pero al ser un hombre al que le queda poco tiempo de vida, como es mi caso por una cuestión generacional, no quiere irse de este mundo sin poner en valor cosas que nos hemos dejado en el camino y que finalmente es el rédito que toda sociedad paga a cambio del progreso».

En el libro se respira una atmósfera de la propia vida de Miguel de los Santos. Todos los escritores dejamos un cierto rastro, pistas sobre nuestra vida, me atrevería a aseverar que por esa cuota de vanidad que habita en cada uno de nosotros, en mayor o menor medida. Y por esa necesidad de trascender, de “asegurarse” que cuando te vayas, alguien en algún sitio te leerá y eso, inevitable y mágicamente, te convierte en eterno. Él divide la obra en dos partes claramente diferenciadas: el hemisferio norte y el hemisferio sur. La primera parte discurre por un mundo rural, en la España de la posguerra, de la transición, la llegada de la democracia. Y la segunda, es un recorrido por los 18 países de Iberoamérica que Miguel conoce tan a fondo.

11.- Un defecto y una virtud que sean su seña de identidad.

«Uff, me cuesta mucho hablar de mis posibles virtudes, pero te diría que soy una persona honesta. Y en cuanto al defecto, soy muy visceral».



"POR NADA DEL MUNDO VOLVERÍA A

RETRANSMITIR  EL FESTIVAL DE 

EUROVISIÓN"


12.- Cuéntame algo que no haya contado nunca de sus años como comentarista del Festival de Eurovisión.

«Pues  resumiendo es un trabajo de oficio. Algo que a veces los profesionales del medio tenemos que hacer. Un mal menor. Te voy a contar una anécdota. Llevaba yo ya hecha la primera etapa de mi vida profesional en televisión con programas como Retrato en vivo, Voces de oro, Especial pop, que fue el primer programa que hizo en España Valerio Lazarov…De repente se presentó la oportunidad que yo buscaba de ser reportero con el programa Con otro acento. Ahí descubrí la verdadera esencia de este oficio. Fue una etapa mágica en mi vida, dando muestras de un mundo que nadie conocía. A partir de ahí ya no dejé de dedicarme a la tele desde ese aspecto haciendo programas como Mundo noche, Viento, madera y barro y otros tantos. Toda la vida viajando con la cámara por esos mundos. Siempre hemos tenido en casa dos matrimonios amigos. Uno de ellos fue director general del sello discográfico Zafiro, Antonio Ortega. 

Una noche después de cenar, jugando en casa una partida de cartas con Antonio y su mujer, me cuenta que había vuelto un determinado personaje a la dirección de programas musicales de TVE y me sugiere que hable con él para volver a retransmitir el festival y yo le contesté: Por favor, Antonio, no me estropees la cena. Cuando uno se encuentra con lo que es el periodismo serio, real y, además, tiene cierta edad, ir a contar cómo es el vestidito de la representante de Luxemburgo o los berridos que está dando el cantante de Mónaco, es lo menos apetecible para un periodista que te puedas imaginar. Resumiendo: ni loco volvería a presentar un programa así. La vida de un profesional tiene etapas y estas son cosas que se hacen en acto de servicio, pero nada gratificantes».



"SOY MADRIDISTA, PERO POCOS

 SABEN HASTA QUÉ PUNTO"

13.- Usted me parece un hombre cordial, educado, elegante y me arriesgo a pensar que tradicional. Tiene aspecto de galán de cine, de hombre bueno y confiable. O eso, al menos, es lo que me dicta la intuición. Pero soy de las que opinan que todos llevamos un extravagante dentro. Dígame algo que haya hecho o dicho a lo largo de su vida que esté en las antípodas del perfil que le define.

«Precisamente todas las extravagancias que he hecho en mi vida, son las que no te puedo contar». (Risas generales de los cuatro que estamos allí)

«Posiblemente si te cuento alguna, creo que me costaría hasta el divorcio».

Yo le insisto, claro. Mi obligación como entrevistadora es arrancarle la información, pero siempre preservando la dignidad; la suya y la mía. Le insto a que me cuente algo raro, insólito, algo que no haya confesado nunca, sin que le cueste un cisma familiar. Al final me dice que me va a confesar una extravagancia que no va a molestar a nadie y que poca gente sabe. Obviamente yo le digo que eso no me interesa a mí ni a nadie, pero hace caso omiso de mi queja y comienza a contarnos.

«Tengo fama de madridista pero nadie sabe hasta qué punto. No sé si os acordáis de aquella copa de la Uefa que jugaba el Madrid en aquellos años en que dejó de jugar la Copa de Europa, era un torneo secundario. Jugaba un partido eliminatorio con un equipo inglés, que no recuerdo ahora, que perdieron en Londres por tres a cero y luego ganaron en el partido de vuelta por cuatro a cero con un gol de Santillana. Estamos hablando del año 1975 por lo que mi memoria puede jugarme malas pasadas con el número exacto de goles y demás detalles. En esa época yo andaba por esos mundos y ese partido de vuelta me pilló en un lugar tan recóndito y maravilloso como el archipiélago de San Blas que tiene 365 islas y que está en Panamá. Solo se puede acceder en avioneta. Yo había hecho una apuesta con unos amigos a que el Madrid remontaba. El día después de haberse jugado el partido, yo no sabía el resultado. Imagina que allí no había ni prensa, ni radio, ni teléfono. La comunicación era inexistente. Yo me alquilé por mi cuenta una avioneta y me fui de la isla a Panamá City,  allí tomé un taxi hasta la delegación de Iberia para consultar un periódico en el que pudiera informarme del resultado. Vi que había ganado. Tomé de nuevo el taxi y la avioneta y regresé a la isla dando saltos de alegría por la victoria de mi equipo. La gente se pensaba mucho el hacer ese viaje porque circulaba una leyenda que decía que de cada seis avionetas que salían, volvían cuatro. ¡Esa es una extravagancia, no me digas que no!».


Un gran cuadro con una foto enmarcada del estadio Santiago Bernabéu, preside su despacho.



Busca mi aprobación con la mirada, pero no comulgo. Y le digo que no, que yo eso no lo catalogo de extravagancia. No está dispuesto a más concesiones en esa pregunta, así que, paso a la siguiente.

14.- Último libro que ha leído.

«No te lo vas a creer. Acabo de releer, por tercera o cuarta vez, La Hojarasca. Por decirte el último, porque estoy leyendo uno, que todavía no lo he acabado, un libro maravilloso que me regaló mi hijo que sabe que soy un loco de las rarezas literarias, que es un libro de entrevistas a los grandes autores iberoamericanos realizadas por periodistas norteamericanos en los años 80, es decir en plena eclosión del realismo mágico. Ahí he descubierto cosas que no sabía y que me molesta no conocer. Por ejemplo, no sé si habéis leído algo de  un tal Bustos Domecq. Pues he descubierto en una entrevista que el tal Bustos no existe. Bajo este seudónimo firmaban conjuntamente, con el apellido de sus respectivos bisabuelos paternos, Borges y Bioy Casares una colección de relatos detectivescos. Una maravilla.».

15.- Comenzó en la radio a mediados de los cincuenta y vio el nacimiento de la radio musical con Raúl Matas y Tomás Martín Blanco. La música pop supuso el paso del blanco y negro al color para los jóvenes españoles y una seña de identidad tan importante como lo es hoy Instagram. ¿No cree que los jóvenes necesitan buscar esa identidad propia sin importar la época?


«Yo creo que el arte es arte más allá de la época en la que surja. Yo lo que recomiendo a todos los jóvenes de la música actual es que se den una vuelta por los orígenes. Yo mismo, que era el que incentivaba a los jóvenes de mi época a escuchar a aquella fabulosa década prodigiosa, soy el mismo que idolatra a artistas como Imperio de Triana, Machín, Concha Píquer, boleristas antiguos, Lorenzo González, Lucho Gatica… No hay que anclarse en una época porque siempre es consecuencia de otra».


Aquí hacemos un inciso para comentar el ridículo espectáculo vivido hace unas semanas en el programa La voz senior. En una de las audiciones a ciegas, ninguno de los cuatro entrenadores, instructores del programa (me niego a utilizar un absurdo término en inglés teniendo un maravilloso idioma como el español), David Bisbal, Pablo López, Antonio Orozco ni la infumable Paulina Rubio, fueron capaces de identificar la celebérrima y magistral Señora azul en la magnífica voz de José María Guzmán, dejando clara la incultura musical de una pandilla de catetos que se erigen como jueces y referentes musicales. Bochornoso es lo más tibio que se nos ocurre.


16.-  En 1961 había que escoger entre Paul Anka, el Dúo Dinámico y Elvis Presley. Si tuviera que elegir a tres personajes que hayan sido esenciales en su vida, ¿a quiénes elegiría?

«Esencial en mi vida, mi mujer. A partir de que nos casamos, aclaro. Antes, yo era un poco pirata. No estaba muy convencido de casarme con ella, ni con nadie. Es más, intenté cortar aquello porque lo de sentirme atado no iba conmigo. Luego rectifiqué y la verdad que ella ha sido primordial en mi vida y en mi carrera. Recuerdo cuando me embarqué en el proyecto de reportero por América con el programa Con otro acento. Iba a estar tres años fuera y mis hijos eran pequeños, lo que suponía que tendría que ser ella la que llevara el peso de la casa y la educación de los niños; jamás una queja. Muy al contrario, lo que yo hiciera o decidiera estaba siempre bien. Mientras yo andaba golfeando por esos mundos de dios…».

Nos reímos y le recuerdo, nuevamente, que esto graba.

«Ya, ya. Tenemos tantos años que ya no corro ningún peligro. Esta entrevista, en estos términos y con estas confesiones, hubiera sido impensable hace veinte años. Ahora ya está todo superado. A estas alturas ya no nos vamos a divorciar por asuntos del pasado».

«La segunda persona importante en mi vida te diría que Oscar Banegas, creador de los Chiripitifláuticos y la persona que me propuso para el programa Con otro acento. Por entonces teníamos una situación económica muy justa, estábamos pagando la casa, había  otros muchos compromisos y cuando me quise dar cuenta había firmado un contrato ruinoso. Yo cobraba 50.000 pesetas por programa, pero no tuve en cuenta  que tardábamos un mes en hacer el documental y yo ganaba cuatro veces más aquí en España y dejaba todo para poner en marcha aquello. Tras el primer programa, pedí  árnica porque mi familia no podía vivir. Entonces me encargaron crónicas adicionales y también una serie, que fue pionera y que venía a ser lo que ahora hacen todas las cadenas tipo  Españoles por el mundo, Andaluces por el mundo, Ciclistas por el mundo…(risas). Con aquello pude mantener a mi familia y de alguna manera solventar el dislate económico que había provocado sin darme cuenta».

«Y la tercera persona mi padre, sin duda. Lo que pasa es que mi padre era una bellísima persona, demasiado buena. Yo tengo otro carácter, más en la línea de mi madre con peor uva, pero más disimulada. Él quería que yo fuera arquitecto y tuve que hacer periodismo por la puerta de atrás. Cuando aprobé el ingreso me presenté en casa y lo dije. Salimos tarifando, pero después lo aceptó y me apoyó en todo. Era un santo, haciendo honor a su apellido».


"TUVE MUCHAS TENTACIONES PARA 

IRME DE CASA"

17.-  Es una persona muy familiar, alguien que disfruta de la compañía y del contacto con los suyos.  El modelo de familia ha cambiado radicalmente. ¿Con el peso de la madurez, se ve usted cómodo con todas las innovaciones sociales que han llegado para quedarse?

«Hombre, yo ahora mismo agradezco haber superado todas las tentaciones que tuve para irme de casa. A lo largo de la vida y sobre todo cuando tienes una profesión no solo libertina, sino tan libertaria como es esta, te planteas de todo. Conoces mujeres hermosas por el mundo y si tienes fama y pasas mucho tiempo fuera, hay muchos estímulos que pueden hacerte perder la cabeza. Por fortuna superé todas esas tentaciones y hoy lo agradezco. En cuanto a los diversos modelos de familia que hay ahora, siempre he tenido la mente abierta, muy progresista y por delante de mi tiempo. Cada uno es dueño de su destino y al final todos vamos a rendir cuentas de la misma manera. Hay que beberse la vida, disfrutar de cada instante, sacar todo el jugo posible».

18.- No podría vivir sin…
«Ahora mismo sin mi mujer». (En este instante yo muero de envidia. Que un hombre diga eso de ti, suena a música celestial. Lo digo en voz alta y entonces él me aclara la respuesta, rompiendo un poco la magia).

«Bueno, pero esto te lo digo ahora. Si me lo preguntas hace veinte o treinta años, no te hubiera contestado lo mismo».



"TE VOY A CONFESAR ALGO: LA

MÚSICA NUNCA ME INTERESÓ LO 

MÁS MÍNIMO"



19.- Qué música escucha en sus momentos privados por placer. ¿Sigue escuchando a sus viejos ídolos, a aquellos artistas con los que compartió estudio o está al tanto de las novedades actuales?

«Las novedades han dejado de interesarme. Mira te voy a confesar algo que probablemente sorprenderá a la gente que lea esta entrevista: la música, en general, siempre me ha importado más bien poco. Exceptuando la ópera y la música clásica, el folclore y Serrat, no escucho nada más. Simplemente, no me interesa, nunca me interesó».

20.- Hay personas que se retiran de la vida y otras que la vida las retira a ellas. ¿A qué grupo pertenece usted?

«A mí me tendrá que retirar ella. Yo estoy encantado de estar por aquí». 

1.- Una canción a la que vuelve una y otra vez, por el motivo que sea. Esa que podría ser su epitafio, la banda sonora de su vida o su plan B.

«Te va a chocar, pues después de hablar de música clásica y ópera, esto que te voy a confesar no encaja mucho, pero me gustaría morir escuchando una canción que por muchos motivos fue importante, por todo lo que representa para mí. Y es una canción de Roberto Carlos, que se llama La distancia.


No le pregunto la razón; la letra de esa maravillosa canción creo que lo explica todo.
Acabamos la entrevista, pero apago la grabadora y seguimos ahí un rato largo  más sin ganas de despedirnos. Me regala su libro dedicado y yo, tonta de mí, no he traído los míos para correponderle. A veces, esos olvidos me regalan excusas perfectas para volver a ver a gente interesante. Es el caso.

Gracias, Miguel, por una charla tan enriquecedora. Nos vemos muy pronto.



Entrevista realizada por Susana Cañil
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