JESSICA BIEL
No sabría muy bien qué decir de
este vestido firmado por KAUFMAN FRANCO. Tan sólo se me ocurre que
podrían haberla confundido con la propia estatuilla. Excesivo en brillos y dorados
a todas luces. Y ella lo remata con un collar de Tiffany bien discreto, por cierto.
Sencillamente, espantosa.
TARAJI P. HENSON
Un diseño de ALBERTA FERRETTI con
el que no acertó. La primera regla básica de la elegancia es que si enseñas
escote no enseñas pierna, y viceversa.
Parece que alguien debería darle alguna clasecilla y no le vendría mal
dejarse asesorar por una estilista de las de verdad.
HALLE BERRY
Lució una pieza de ATELIER
VERSACE o eso dicen, porque podría ser un vestido comprado en cualquier
establecimiento de quinta mano. Asimétrico, con brillos y degradados,
absolutamente horrendo de principio a fin e indefendible. ¿Y el peinado a lo
afro? El ejemplo más claro de cómo una mujer guapísima puede estropearse ella
solita. O tal vez la vistió su peor enemiga.
GINNIFER GOODWIN
Encaje, plumeti y transparencias en este traje que lleva la
firma de ZUHAIR MURAD, un diseñador que lo mismo me enloquece de gusto o que me
espanta de miedo, sin término medio. En este caso concreto, lo último.
Otra regla básica de elegancia: un traje rojo ya es de por
sí suficientemente llamativo, por lo que las líneas deben ser depuradas y
minimalistas sin asomo de adornos que recarguen innecesariamente el resultado
final. Para lucir el rojo y saber
defenderlo hay que poseer mucha clase y elegancia y no es el caso. Y para colmo
la cartera del mismo color, que se pierde en el vestido sin ofrecer ningún
contraste. Peor, imposible.
SCARLETT JOHANSSON
Vuelve a ser una de las peores vestidas de la alfombra roja
con este modelo de ALAÏA. De gasa rosa y
estampado, parece más bien un vestidito para pasear por la playa en verano en una noche romántica con tu amorcito.
Insulso. El cinturón y las pulseras con aire rockero son un puro zarpazo a la
delicadeza de la prenda. El pelo que
lleva, pasado de moda con ese tupé y rapado en los laterales, no ayuda para
nada. Y los múltiples “piercings” en la oreja le aportan un aire macarra intolerable.
SALMA HAYEK
La actriz vuelve a ser el ejemplo más claro de que cuando no
se tiene clase ni buen gusto, da igual el dinero que tengas. Todo en su estilismo patina: el vestido en sí
es horroroso, pero si además le añades ese escote vulgar, las transparencias,
los pendientes, el peinado y el maquillaje, se convierte en una pesadilla.
JANELLE MONÁE
Un diseño de ELIE SAAB que me
deja sin respiración y me manda a la tumba en un nanosegundo.
La actriz y cantante se decantó
por este modelo indescriptible con falda tipo menina. Me pregunto como sería capaz de sentarse... Brillos, transparencias, bordados y hasta una
diadema. Todavía no me he recuperado del
sofocón.