Todos tenemos nuestros demonios. Y el que diga lo contrario, miente.
Los míos son viejos conocidos. Los tuteo, los recibo en casa, charlamos, algunos se quedan una temporada, algunos mueren de aburrimiento y entonces vienen otros nuevos a darme el tostón.
Con alguno he llegado a un acuerdo: yo te ignoro y tú no me molestas.
Con otros mantengo un despiadado litigio, de duración indeterminada y ganador incierto.
Los míos son viejos conocidos. Los tuteo, los recibo en casa, charlamos, algunos se quedan una temporada, algunos mueren de aburrimiento y entonces vienen otros nuevos a darme el tostón.
Con alguno he llegado a un acuerdo: yo te ignoro y tú no me molestas.
Con otros mantengo un despiadado litigio, de duración indeterminada y ganador incierto.
A unos pocos he tenido que exterminarlos sin
compasión, o la difunta hubiera resultado ser yo.
He aprendido a torearlos y a tolerarlos. Siempre
manteniendo la distancia precisa para que no escapen de mi campo de visión.
Ayer vinieron todos en masa. Visita de cortesía, dijeron. He hablado con ellos, igual que cuando conversas con el perverso enemigo, al que odias con todo tu ser, pero a la vez respetas e incluso, en algún momento, temes. Marcando mi territorio con el aroma de la arrogancia y el valor, pero haciéndoles un floreado rendibú como corresponde a cualquier anfitrión.
Anoche durmieron debajo de la cama. De vez
en cuando me agachaba y les preguntaba si se encontraban cómodos. Parece ser
que sí. Me han dicho que no se quedarán mucho esta vez. Tienen otras almas que
visitar. Perfecto. A enemigo que huye, puente de plata.
La relación con los demonios interiores debe ser así. Si tratara de aniquilarlos, perdería toda mi esencia, mi chispa, todo aquello que me hace diferente, briosa y atrayente. Me convertiría en un ser anodino e invisible. Pero sobre todo, me convertiría en una mujer incapaz de inventar armas para gestionar los momentos espinosos con los que la vida te pone a prueba casi a diario.
Mis demonios consiguen que todo lo bueno que hay en mí, brille con mucha más intensidad.
Así que, como dicen, si no vas a amar mis demonios,
por favor, no trates de sacarme del infierno.
Tal cómo lo pintas, da gusto ir a ese infierno. Resulta hasta bello quemarse ahí, debajo de la cama. Y de vez en cuando, que se asomen y te pregunten qué tal va todo.. ¡Vaya demonios mimados!
ResponderEliminarTSS
Bueno, gusto lo que se dice gusto, no lo creo. Dan mucho la lata y a veces vienen con ganas de guerra. Pero es lo que hay.
EliminarGracias y un beso !
Me encanta!
ResponderEliminarEn mi opinión no solo matarlos sería destruir o negar parte de ti sino que incluso conviene tratar de hacerse amiga... Muchas veces un demonio no es más que esa persona que se acerca por la calle y de la que nos alejamos por el miedo a su aspecto, pero que si la aceptamos, solo nos dará la cartera que se nos ha caído... Como dice el proverbio irlandés, "un extraño es un amigo por conocer" y los demonios, no suelen ser más que extraños que nos dan miedo porque no los comprendemos, pero siendo parte de nosotros... ¿Por qué iban a querer nada malo para ti?... Convierte a tus demonios en tus amigos y no solo crecerás, sino que te ayudarán a enfrentar lo que tenga que venir... ¿no crees?
Polo ! Qué alegría "verte" por aquí ! Me encanta tu comentario sobre los demonios. Y efectivamente, tienes mucha razón en lo que dices. Hay que saber lidiar con ellos y hacerlos cómplices, que no enemigos. Un beso y gracias !!!
EliminarCierto. Muchas veces funciona esa liberación de prejuicios, tratando de conocer y apreciar a gente que, pareciéndonos demonios, no son tales. Pero a veces hay otros que, los mires por dónde los mires, lo son. No solo en forma de persona, sino de situaciones, actitudes o problemas, nos acechan algunos verdaderos hijoputas de demonios. Cada uno tiene los suyos, nos dice Susana. Pero, cómo también nos indica, hay que hacerlos útiles, porque nos ayudan a forjar y templar el espíritu y nos ejercitan en la lucha. ¡Bienvenidos sean estos también! Pero que no se queden mucho...
EliminarTSS
La verdad que hoy me has enamorado con tu prosa. Sagaz y divertida. De 10, chica
ResponderEliminarViniendo de ti, querido Javier, tu opinión cobra otro sentido.
EliminarMuchas gracias !
Me ha encantado la parte en la que dices que te agachas bajo la cama para ver si están cómodos y el de marcando territorio con valor y arrogancia. Me descubro ante vos. Me he partido de la risa ahí, que pluma más afilada y divertida
EliminarSusana a tí hay que amarte con todos tus defectos y virtudes,eres una gran persona,pero quien no tiene demonios?
ResponderEliminarLa perfección no existe
Gracias por tus palabras, Teresa.
EliminarSiempre acertadas y siempre con alma.
Un beso.
Como muy bien dices todos tenemos demonios. Los tenemos en casa o los llevamos a cuestas, pero hay que aprender a soportarlos y hacerles un hueco (a veces) en tu vida. Me ha encantado el texto como siempre.
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