Hay reencuentros inesperados y accidentales con los que
nunca contabas.
Reencuentros que
podrías haber soslayado, escurriéndote por la puerta de atrás, con elegancia
pero sin valentía.
Reencuentros convertidos en encuentros, alterados en su
forma y en su fondo.
El destino, amotinador, zascandil y tramposo, tejiendo con
sus innumerables brazos una trampa a tu alrededor de la que solo se puede
escapar con heridas letales.
La vida en estado puro abriéndose paso a dentelladas.
Fue. Es. Será.
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