No sé la razón, pero siempre es al finalizar el verano cuando me sucede. Al contrario que la mayoría de la gente que suele hacerlo cuando el año está a punto de cambiar de dígito.
Involuntaria e inevitablemente, vuelvo a hacer balance del último año. De todos esos momentos, convertidos ya en pura historia, una plétora de vivencias que van a aterrizar en mi mochila, tan rebosante a estas alturas, que tendré que trasladarlas a un baúl.
Involuntaria e inevitablemente, vuelvo a hacer balance del último año. De todos esos momentos, convertidos ya en pura historia, una plétora de vivencias que van a aterrizar en mi mochila, tan rebosante a estas alturas, que tendré que trasladarlas a un baúl.
No soy de las mujeres que dejan pasar los trenes. Yo me subo a casi todos, aunque de algunos me vea obligada a bajar en marcha. A veces incluso, rizando el rizo, viajo en avión y en tren a la vez. Cualquier experiencia, por infernal que sea, contiene su cuota de positivismo y aprendizaje.
La pasión, la impetuosidad y las ganas, son mis compañeras de viaje, desde que me levanto hasta que el sol se oculta. Porque desde que amanece, apetece. Eso me lleva a pisar muchos charcos, a internarme en jardines con cactus, a bucear entre tiburones y a tener que tratar con serpientes pitones. Por no hablar de los demonios y animales salvajes que habitan dentro de mí. Con tanto peligro, fuera y dentro, salir indemne es misión imposible. Es el precio a pagar por ser curiosa, díscola y rebelde. Merece la pena. No cambio nada si la otra opción es vivir bajo el paraguas de la molicie, de las normas establecidas, las escritas y la que no, sobrevivir en color gris…. ¡No!
Prefiero morir en rojo escarlata.
Hasta llegar a la persona que soy en la actualidad he tenido que degollar Trolls, disparar a Minotauros y comerme unos cientos de Pitufos, y lo que me queda.
El año se salda hasta hoy con momentos memorables.
Los mejores no se pueden contar, ni siquiera imaginar. Tengo alguna cana más,
fruto de los disgustos y noches en vela. También unas cuantas arrugas que antes
no estaban, producto de mis risas descontroladas.
No importa. La vida empieza hoy.
Es curioso, me encuentro en el mismo punto de reflexión que tú.
ResponderEliminarTienes toda la razón...La vida empieza hoy.
Un abrazo.
Gracias por leerme, querida Bea ! Y sí, la vida empieza cada día. Por eso hay que aprovechar cada momento.
EliminarUn fuerte abrazo !
Yo diría que la vida comienza con cada día. Supongo que cada amanecer es un punto de partida para algo nuevo o, para qué engañarnos, repetir viejas experiencias y lograr cambiar el destino. Un día de la marmota eterno con sus pequeñeces en ocasiones.
ResponderEliminarMe ha hecho gracia que tomes como punto el verano, pues el 99% de los mortales, lo hace en esas fechas fatídicas de fin de año, como si esa última hoja del calendario establecido y fiscal, tuviera que marcar un límite material. Como si en aquellos días todo se detuviera. Te lo dice uno que tuvo que discutir para hacer creer a ciertos papanatas de que sí, es cierto, nací el 30 de Diciembre. En esas fechas, también nace gente, como que muere o se pone enferma o le toca la lotería.
Por cierto, me encantan tus rizos literarios y de expresión. "Morir en rojo escarlata", "degollar Trolls, disparar a Minotauros y comerme unos cientos de Pitufos", entre otras. Veo que me estás dando clases de escritura :)
Un saludo!