El orgullo, la autoestima, mi fortaleza de carácter y mi bravura, han
sido y son, amigos, aliados y compañeros de viaje inseparables. Casi diría que
al igual que la sangre, circulan por mis venas. Una seña de identidad, única e
identificable, que me acompaña desde que era bien niña, y de la que no quiero
ni debo prescindir.
Todos ellos han sido los responsables de que saliera victoriosa en momentos durísimos de mi vida, en lugar de refugiarme en adicciones, visitar la consulta de un psicólogo o echarle la culpa a la gente que me rodea.
El mundo es un lugar hostil, preñado de envidias, de obstáculos, de traiciones, de peligros, de situaciones límite que debemos encarar. La vida te pone a prueba diariamente y cada uno tiene su particular fórmula para sobrevivir en esta selva.
Los problemas no se arreglan sonriendo ni colgándote el cartel de " Tarea para hoy: ser feliz", como si abrieras el armario y te vistieras con el traje de la felicidad. ¡Hay qué ser bobo!
Tampoco escondiéndote, porque eso es de
cobardes.
Cuando corren tiempos difíciles echo mano de todos mis recursos y me enorgullezco de no haber perdido nunca mi dignidad (una vez casi lo consiguen), gracias a todo lo que creo en mí. Yo lo llamo coraje, valentía y un poco de locura. Y tener la autoestima muy alta.
Mi querida Su,
ResponderEliminarTodo el mundo, en el fondo, posee orgullo, autoestima, fortaleza de carácter y mi bravura. Lo que sucede es que, muchos, nunca han sabido ni sabrán que lo tienen.
Aun así, tampoco es que sean una fuente inagotable, que se abre a nuestra voluntad. Como tampoco el convencerse que se nace con esas cualidad innatas del ser humano sea algo fácil. Quizá no querer saber que se poseen sea más fácil y el cerebro, por desgracia, es un vago cabrón.
Un beso