Llevo desde el día 2 de
diciembre escuchando la frase “Feliz año” y lo que me queda. Porque parece que
se abre la veda en el mes noviembre y la gente se cree que puede seguir felicitando
el año hasta el mes de abril, así, sin ningún pudor.
Feliz año. Dos palabras que
encierran una insustancial fórmula de cortesía que repetimos como autómatas a
cada persona que nos sale al encuentro. Igual que si nos hubieran programado el
cerebro para que en cada época del año soltemos esas expresiones tan trilladas
como artificiales, pero tan políticamente correctas. Y luego llegará San
Valentín, la Semana Santa, el verano….y en cada una de esas ocasiones nuestra
mente se vuelve a reprogramar con nuevas instrucciones para que reemplacemos el
“feliz año” por “feliz verano” o lo que toque. Todo tan cumplido, tan urbano,
tan disfrazado….
Porque la realidad es que
cuando llega el momento de la verdad, y necesitas el apoyo, la ayuda o la
atención de alguien es entonces, y sólo entonces, cuando te das cuenta de que
la apariencia es el bello y primoroso papel de regalo que envuelve a nuestra
sociedad. Tan hermoso como postizo. Tan delicado como peligroso.
Conozco a personas que mutan
en navidad. Por unos días el espíritu navideño se apodera de ellos, incompresiblemente.
Y si eres todavía inocente y aun crees
en los cuentos de hadas, hasta podrías pensar que los milagros existen y la
gente puede invertir su esencia. Mentira. Solo espejismos. Cuando llega el 7 de
enero vuelven a ser los mismos mezquinos, deshonestos e hijos de puta de
siempre. Auténticos canallas. Y aquí aplico el término canalla en la peor de sus versiones.
La vida es un juego de
intenciones, de intereses y de intercambios. De réditos y créditos. De envites
arriesgados y puertas con llave maestra. De rivalidades y desafíos, en donde
tanto el debe como el haber deben estar en perfecto equilibrio si no deseamos
naufragar. En realidad eso es así
durante todo el año, pero en esta época se camufla en forma de generosas intenciones.
Pura comedia.
¿Cuántas cosas dejaríamos de
hacer por educación, por miedo, por comodidad o por satisfacer a alguien si
supiéramos que nos quedan tres meses de vida? ¡Cientos! Ya os lo digo con
absoluta certeza. Podría hacer una lista tan larga como para empapelar mi casa.
No voy a mencionar ni una. Prefiero que las personas que lean esta entrada
piensen en ello.
Y luego está la dichosa
palabra. Feliz. Cuando alguien te desea felicidad, ¿a qué se refiere exactamente? La felicidad es
algo tan intangible, tan fugaz e impreciso, tan abstracta e indefinible. Lo que
a mí me inunda de energía, de ánimo y de entusiasmo, puede estar en las
antípodas de lo que impulse y motive a otra persona. Y la gente menciona la palabra
felicidad con esa liviandad… ¡Insensatos!
Al año que comienza le pido
un trabajo (de los de verdad), salud y afectos.
No puedo intervenir en la
salud, pero sí puedo cuidar y mimar a la gente que quiero y me quiere y también
puedo volcar mis esfuerzos en encontrar ese ansiado trabajo que me permita romper una cadenas y enlazarme a otras.
Todo lo demás, es
lo de menos.
Cuánta razón llevas, chica. Comparto tu entrada por el Twitter.
ResponderEliminarSin duda un artículo con el que más de uno podemos compartir sus raices; pues el periodo navideño o ese salto entre Diciembre y Enero, se produce un cierto acercamiento con ese "Feliz" como bien dices, querida Su, pero creo que no es más que un resquicio enterrado de nuestro Pasado tribal. Me explico: cuando se ciernen las sombras del invierno sobre nosotros, debemos potenciar los lazos con los que tenemos al lado por si nos perdemos en la ventisca, tiritamos de frío, etc. Hay que pensar en las cavernas. Llevarnos "bien" hasta que llegue tiempos más cálidos.
Ciertamente, esa felicidad que también se desea me parece fuera de lugar. Como ya dije en mi último post del 2015, no hay que esperar a una fecha para ser hombres y mujeres de bien. Los que somos de esa estirpe demostramos nuestro aprecio a lo largo del año, sin esperar a una fecha señalada. Esto es como cuando se te muere un familiar y te vienen (meses después, como me pasó a mí) con un "comparto tu sentimiento". Joder, sí, pero cuando se te va alguien por culpa de la enfermedad, quizá ese apoyo debería ser antes del momento; no después. No sé si me explico. Hoy estoy un tanto torpe con los pensamientos.
Terminar con una anécdota, pues leyéndote me he acordado de ella por fuerza: fue hace unos años (no recuerdo tanto), pero sí que era Diciembre y las fiestas estaban encima. Tuvimos unos clientes que como no cobraron por un lado, quisieron hacerlo a través de nosotros con la pertinente demanda por mala praxis (que no fue a ningún lado, porque no hubo mala praxis, sino que ellos, de cada 10 palabras 11 eran mentira) y se despidieron de nosotros: —Que sepáis que os voy a denunciar para cobrarme... ¡FELIZ NAVIDAD!
XD