MALDITO FEBRERO por Mercedes Alonso
Febrero
nunca fue un aliado. Al evocar su nombre siempre se dibujan en mi mente
paisajes nevados, árboles desnudos y campos yermos. Un mes corto pero intenso
que pasaría sin pena ni gloria en el calendario si no fuera porque es uno de
los meses del año con mayor tasa de abandono de perros procedentes de la caza.
No
voy a entrar en el terreno pantanoso de lo que supone la caza. Para alguien
como yo, que ha eliminado el consumo de seres vivos de su dieta, que piensa que
la naturaleza es capaz de regularse por sí sola (siempre que los cazadores no
acaben, también, con los predadores) y que cree que un deporte en el que hay
víctimas no es tal, la postura al respecto no puede ser otra que la de estar en
contra. Pero sí hablaré de uno de los problemas que supone la caza, de todas
esas víctimas que deja en la cuneta y de las que nadie parece querer hacerse
responsable.
Decía
Gandhi que “un país, una civilización, puede juzgarse por la forma en que trata a sus
animales”. Estoy de acuerdo con la afirmación, no me sonroja decir abiertamente
que siempre he considerado que se puede confiar en las personas que respetan a
los animales no humanos. Y si llevamos esta afirmación a un terreno más amplio,
enlazándola con las palabras de Gandhi, no confío en un país donde la tasa anual de
abandono de animales está en torno a los 150.000. Es decir, cada día se
abandonan una media de 400 animales, o lo que es lo mismo, 17 cada hora.
Febrero,
para todos aquellos que se dedican a la protección animal, es uno de los meses
más cruentos. Acabada la temporada de caza miles de perros son apaleados,
tiroteados, ahorcados o abandonados a su suerte. Los motivos: los perros son
instrumentos desechables para la caza y cuando dejan de ser “útiles” (no corren
lo suficiente, no tiene instinto de caza, están lesionados…), los cazadores no
dudan en deshacerse de ellos, la mayoría de las veces de la peor forma posible.
Muertos o abandonados. ¿Susto o muerte?
Solo
una pequeña parte, los más afortunados, terminan en una perrera o albergue
donde se les busca una familia y se les da una nueva oportunidad. Pero no todo
es tan sencillo como parece, porque estos animales hasta ser rescatados, han
vivido encerrados, a veces en zulos llenos de suciedad, otras a la intemperie,
expuestos a las condiciones climatológicas más extremas, privados de alimentación
y agua, del contacto humano, y también sometidos a maltrato físico. Las heridas
físicas y psicológicas pueden llegar a ser graves, muchos de ellos tienen miedo
a los humanos y necesitan tiempo y paciencia para recuperarse.
La
solución pasa por la educación, la concienciación y por hacer leyes que los
protejan. Es fundamental educar a las personas desde la infancia en el respeto
a otras especies, hacer campañas de concienciación y, mientras todo eso llega,
hacer unas leyes más justas que castiguen este tipo de comportamientos crueles
y que ayuden a prevenirlos, como un mayor control por parte de las
administraciones públicas y mayor agilidad en la tramitación de las denuncias.
No
nos engañemos, las leyes por sí solas solo tienen carácter disuasorio y no
impiden que este tipo de comportamientos se repitan día tras día. Lo
verdaderamente importante es una sociedad concienciada que criminalice estos
comportamientos, tal y como sucede en otros muchos países de Europa donde la
tasa de abandono es residual. Pero en un país como España hay todavía muchas
costumbres arraigadas que son difíciles de erradicar. Aún nos queda un largo
recorrido, pero cada vez son más las voces que se unen para pedir que este tipo
de comportamientos dejen de salir “gratis”.
Podría
contar muchas historias, podría rellenar las páginas de un libro con cientos de
casos. Pero no voy a hacerlo. Creo que una mirada lo dice todo. Una mirada es
capaz de transmitir el dolor y el miedo que ellos sienten. Desearía llenar de
miradas el mundo. Esas miradas que no necesitan de palabras porque por sí solas
cuentan historias. Historias de un doloroso pasado que ellos siempre consiguen
dejar atrás.
Desde
estas líneas os animo, además, a adoptar en lugar de comprar. Porque comprar,
la mayoría de las veces, significa seguir financiando a muchos criaderos
ilegales que tienen a los animales en pésimas condiciones higiénico sanitarias
.Os puedo asegurar que en las perreras y albergues hay también muchos animales
que proceden de esos criaderos. Así que si estáis pensando en ampliar vuestra
familia, si queréis saber lo que es la lealtad y el amor sin condiciones,
adoptad. Son muchos los animales que esperan una segunda oportunidad. Ellos se
la merecen y os puedo garantizar que jamás os arrepentiréis de habérsela dado.
Os
dejo ahora con la mirada de Buti, desecho de la caza a quien su dueño bautizó
como Butifarra… Mirad sus ojos y contadme lo que veis en ellos.
Si
queréis seguir nuestro proyecto os animo a seguirnos en Facebook https://www.facebook.com/fotografiatumascota/?ref=hl
o en la web www.fotopets.es.
Conozco el dolor de algunos animales que han pasado por este trance; con sus propios nombres, algunos simpáticos, otros no tanto. Sus miradas acuosas siempre me encogen el corazón, pues son de puro miedo. Te los encuentras en plena calle tirando de la correa de las personas que se los han llevado a sus casas para darles una segunda oportunidad (en ciertos casos, ha habido más que segundas, pues el ciclo se repite), alargas la mano sobre sus cabezas para acariciárselas y siempre hay temor; no digamos ya cuando vas “armado” de paraguas. Siempre a la espera del siguiente golpe.
ResponderEliminarAlgunos se rinden a tus carantoñas a la primera. Otros, recelosos, se esconden tras las piernas de su adoptante. En ocasiones, da igual que se encuentren contigo todos los días.
Pero no creo que al abandono de animales se le pueda tildar de tradición, mucho menos casi exclusiva de nuestro país. Me parece un término no muy acertado, pues yo escogería otro más correcto, en mi siempre discutible opinión: deriva. Y que no nos ha de extrañar, por desgracia, pues somos una sociedad (da igual la nacionalidad) más dada a considerar a lo que la rodea y tiene vida como meros objetos o herramientas, cuando no instrumentos de diversión sádica; una tendencia cada vez más acentuada que me obliga a replegarme y en convertirme en un antisocial: si no nos tenemos ni respeto entre nosotros, amparamos la humillación y la violencia física y psíquica continua entre humanos a todos los niveles, ¿cómo vamos a hacer frente, como grupo, al maltrato animal?
Al ganar de tradición me refería a otras cosas, como por ejemplo el Toro de la Vega, lanzar animales desde un campanario, etc. Quería dar a entender que estamos a los luz de otros países. Que nuestro comportamiento hacia los animales es poco o nada empático. Comparto contigo que abandonar no es tradición, yo más bien diría que es una traición.
ResponderEliminarMercedes Alonso, admiro tu valor y devocion en pro de aquellos seres que no pueden defenderse por si mismos; de una sociedad humana que los esta eliminando poco a poco.
ResponderEliminarYa que con tantos crimenes que se dan a cada minuto, no se estan tomando en serio que estan pronto de eliminar otra especie mas de este mundo como ya se ha hecho anteriormente.
En este mundo el ser humano (no todos, pero si una gran mayoria) cuando recibe un golpe fuerte por parte de la sociedad a la cual pertenece, pierde su identidad y se convierte en un ser salvaje lleno de odio hacia los demas y es capaz de realizar actos criminales contra su propia especie, incluyendo otros seres vivos de otras especies que se le cruzen en su camino.
Sin embargo, un animal cuando recibe el golpe por parte de la sociedad humana, solo busca preguntarse, porque me maltratas si yo no les hice nada malo, solo intento protegerte?
Y aun asi, ese animal no se llena de odio contra alguien que lo rodea, sea de su propia especie u otro ser vivo; simplemente busca tratar de llegar nuevamente al lado de ese ser humano que lo golpeo, con la mirada baja y la cola entre las patas (como si fuera el culpable de los maltratos recibidos) solo para besarle la mano.
Estas historias de mascotas que fueron maltratadas en diversas formas, nunca dejan de llenar las noticias diarias; especialmente en estos tiempos cuando tenemos la ayuda de la tecnologia que nos ayuda a estar informados a traves de los medios sociales.
Asi de esta forma, lograr salvar aunque sea a una sola mascota de las manos de aquellas personas que no conocen el amor hacia otros seres vivos, quienes solo quieren ser aceptados por los humanos para participar de su circulo de vida, solo para llevar un ambiente de vida lleno de armonia, dignidad y respeto mutuo.