RESTAURANTE LATASIA
Paseo de la Castellana, 115
Madrid
Teléfono: 91 555 93 33
www.latasia.es
Los
que me seguís en el blog desde hace tiempo ya conocéis mi querencia
incontrolable a descubrir nuevos lugares en Madrid en los que poder desayunar,
comer o tomar un rico aperitivo, pero también sabéis que no todos son
susceptibles de ser reseñados por mí.
Sólo hablo de los que me gustan, como el de hoy. Si, además, en su perfil de Twitter se definen como "la casa de comidas más canalla de la ciudad", ya es una adorable obligación por mi parte.
Casi
sin darme cuenta me he convertido en la que decide dónde ir cada vez que
quedamos todas las amigas y esta vez, no fue una excepción.
Hacía
tiempo que quería probar un restaurante peruano y me decanté por Latasia, una
casa de comidas (me encanta que se vuelva a rescatar ese término) ubicado en
pleno Paseo de la Castellana, calle emblemática
en la capital y centro neurálgico y financiero de la ciudad con el campo
de mi equipo, el Santiago Bernabéu, como testigo de lujo.
En
Latasia nos vamos a encontrar con una perfecta mixtura de los sabores más
genuinos de Perú y Asia, pero en donde lo español no queda, ni mucho menos,
excluido de la ecuación.
El
local no es excesivamente grande, pero posee mucha luminosidad que, además, se
ve reforzada por los tonos predominantemente claros que han elegido para
decorar el lugar. Paredes claras, sillas de diferentes diseños, una colección
de botellas, tarros y sifones por doquier y una amplia ventana en medio del
espacio que invita a colarnos visualmente en la cocina y ver qué se cuece en
ella. Y nunca mejor dicho.
Al
fondo del local, justo donde nos acomodaron, un cómodo banco corrido con
mullidos cojines que aporta el punto de calidez al local.
En
su carta, corta pero muy cuidada, nos encontramos con platos para compartir,
ideales si acudes con un grupo de
amigos. Propuestas como el tiradito de lubina, la panceta confitada o los
mejillones gallegos con curry y leche de coco.
El día que acudí al local con mis amigas Virginia y Pilar. |
Nosotras
compartimos dos platos estrella de la casa; la ensaladilla rusa de chicharro
marinado, camarones y tobiko y, como no, el ceviche de corvina con aguacate
acompañado de unos chips de plátano y boniato. Sin palabras nos quedamos las
tres. Sabores auténticos, sin adulterar y con exquisita materia prima con los
que te relames de gusto.
De
plato principal el ají de gallina, con salsa de ají y arroz chaufa, nos pareció
exquisito.
Para
los que gusten de la casquería, probad las mollejas de ternera confitadas que
me dicen que están de quitar el sentido. Preguntad por los platos fuera de carta. Siempre hay y
os van a sorprender.
Y
de postre nos decantamos por la tarta de zanahoria con helado que al igual que el resto,
no nos defraudó.
Tienen
el delicioso detalle de ponerte un aperitivo al comienzo de la comida y unas
riquísimas pastitas acompañando al café.
El
servicio, excelente. Amables, pendientes y explicándote cada plato. La cuenta
te la entregan en una preciosa mini cazuelita de cerámica, como podéis ver en
la foto. ¡Detalles que enamoran! Porque un restaurante para mí es el conjunto
de muchas cosas, no sólo de la calidad de la comida, sino de la decoración, el
trato, la localización, el horario, los baños…
Entre
las cosas mejorables está su horario. Abren de 13,00 a 17,00 y de 20,00 a 12,00
hrs. Cierran los domingos. En estos tiempos que corren se imponen locales “todo
terreno” con horarios non stop donde poder dejarse a caer a cualquier hora del
día. Ahí lo dejo como sugerencia.
En cuanto al precio, nosotras pagamos 25 euros por persona. Tened en cuenta que las raciones son generosas si coméis poco, como es mi caso.
Por
todo lo demás, un sitio al que seguro volveré y que os recomiendo probar.
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