RESTAURANTE FINOCCHIO
Calle Embajadores, 64
Madrid
Teléfono: 910 825 021
Lavapiés
es uno de los barrios madrileños que ha sufrido en los últimos tiempos una
transformación mágica. Todo tipo de gente, de comercios, de culturas y de
gastronomía conviven en una armonía casi milagrosa.
El
mismo corazón de Lavapiés hace hueco, con generosidad, a otro corazón. En este caso, a uno
proveniente de la vieja Italia.
FINOCCHIO aterriza en el barrio con ganas de distinguirse, de agradar, de sorprender y,
sobre todo, con intención de añadir un plus de elegancia, esa que jamás sobra
estés donde estés. Y lo consigue con creces.
Pero
primero os voy a hablar de su dueño.
Mauricio Marín es un hombre encantador, acogedor y amante de la cocina.
Afincado en España desde hace muchos años, adora nuestro país. Colombiano de
nacimiento, español por vocación y un loco de la gastronomía italiana. La
mezcla, curiosa sin duda, puede parecer arriesgada. Y ciertamente, lo es. Pero
él sale airoso y con nota de esa apuesta. Ya tiene otro local en el mismo
barrio desde hace diez años que funciona de maravilla.
Con Mauricio Marín, dueño del restaurante. |
Finocchio
abrió sus puertas hace aproximadamente un año y medio con la idea de destacar,
de no ser uno más. Me cuenta Mauricio,
el día que fui a degustar su exquisito
menú especial de Navidad, que el nombre no es casualidad. La palabra italiana finocchio
tiene en español dos significados muy distintos: por una parte significa
hinojo, esa planta aromática con un sabor que nos recuerda al anís y muy usada
en la cocina y por otra, es una forma despectiva de referirse a los
homosexuales. De ahí su empeño en jugar inteligentemente con ese doble sentido
para reivindicar una parte de su identidad, que en los tiempos que corren,
debería ser asumida por los demás con absoluta normalidad, junto con la pasión por la cocina. Así que, ya de
entrada, mi admiración por su rebeldía, su valentía y su delicada provocación.
Con Mauricio el día que coincidimos en LibertadFM Radio. |
La
entrada al restaurante es discreta y bonita, pero pasa inadvertida. Me cuenta Mauricio que mucha gente no se
atreve a traspasar el umbral por miedo a que resulte un restaurante caro. Hablamos sobre ello y compartimos ideas para
que llame más la atención sin perder su aire distinguido. Yo os animo desde
esta reseña, que escribo con todo el cariño, a que lo visitéis porque os vais a
encontrar con un lugar plagado de encanto y al alcance de cualquier bolsillo.
Luz tenue y velas en cada mesa. Detalles que ayudan a crear un ambiente cálido y acogedor. |
Suelo
de una madera cálida, oscura y brillante que contrasta con las sillas también
en madera y con tapicería en color
crudo. Paredes pintadas en un delicioso azul
mar, luz tenue, velas en las mesas y música agradable de fondo. Todo allí está
cuidado al detalle para que puedas relajarte y poder compartir confidencias saboreando una riquísima comida. La atención
por parte del personal es exquisita, la presentación de los platos, impecable. Y
un detalle que me gusta, las mesas tienen la suficiente separación para poder
charlar sin que el de al lado pueda hacer una crónica detallada de tu
conversación. Podría parecer un detalle sin importancia. No lo es.
Con mi amiga, la periodista Virginia Madrid, comiendo deliciosamente en Finocchio. |
Para
estas fiestas han ideado un menú degustación compuesto de dos entrantes, cinco primeros
platos y cinco segundos. ¡Y el postre! Donde podrás elegir entre cuatro deliciosas
propuestas. Incluye pan, bebida y un chupito de limonchello. Todo por 25 euros.
Acudí
al restaurante con mi amiga Virginia Madrid, periodista, y probamos los
embutidos con focaccia, ensalada templada de gulas y gambas, el carpaccio de
ternera, receta inventada en el Harry’s Bar de Venecia a mediados del siglo pasado, y el tagliatelle con salsa de boletus.
Salami boloñés Finocchiona de Gianni Negrini, salchichón bergamaco, salchichón de La Toscana, mortadela y cecina de vaca. |
Tagliatelle con salsa boletus. |
Ensalada templada de gulas y gambas. |
En el capítulo postre nos inclinamos por panacotta con frutos rojos y el increíble tiramisú casero que ellos mismos preparan y que con certeza es de los mejores que he probado en mi vida.
Panacotta con frutos rojos. |
Imposible resistirse a su tiramisú. De lo mejor que he probado jamás. |
Se nota el mimo y la dedicación que ponen para elaborar sus platos, la calidad de la materia prima y esas recetas de la gastronomía italiana más tradicional. Imposible decantarse por un plato en concreto porque todo está delicioso.
Un lugar donde desterrar la idea de que la comida italiana tan solo se reduce a la pasta. Sus frescas y sanas ensaladas, el increíble rissoto o sus excelentes carnes son una prueba de ello.
No
cierran en todo el año, tan solo en fechas clave como 25 de diciembre o el 1 de
enero. Conviene reservar los fines de semana porque se llena completamente.
Un
menú diario por el asequible precio de 11 euros y una interesante carta de
birras italianas entre las que podemos encontrar la Moretti o la Peroni y vinos con referencias tanto nacionales como italianas, completan la
oferta de este magnífico restaurante.
En
resumen, un lugar coqueto, elegante y con encanto donde poder deleitarse con la
alta y casera comida italiana que preparan. Un lugar imprescindible que visitar
y al que yo voy a acudir muchas más veces.
Sí, la verdad es que se está muy a gusto allí, comida deliciosa y ambiente cálido a precios asequibles. A mí me gustó sobre todo el pastel de setas acompañado de vino blanco de Rueda. A mí lado, el chico que pidió entrecotte, no dejó ni las raspas, deduzco que estaba exquisito. Probé también el risotto con frutos de mar y los tagliatelle que me sirvieron casi de postre de divinos que estaban.
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