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lunes, 29 de mayo de 2017

TODO LO QUE UNA FOTO CUENTA DE TI.


Recibo una media diaria de 20 solicitudes de amistad en mi cuenta de Facebook. Reviso sus perfiles uno a uno antes de presionar el botón de aceptar. Es decir, no me mueve, ni de lejos, la ambición de acumular seguidores por postureo, provecho o vanidad. No me interesa una plétora de nombres exentos de apellidos, un caudal de forasteros que no aporten, ni un exceso de muchedumbre perdida en el anonimato lo mismo que un transeúnte en la vía principal de cualquier metrópoli.

Dicho esto, os confieso que observo con lupa la foto de perfil, el nombre, a qué se dedica, qué tipo de fotos y contenidos  comparte, qué amigos tenemos en común, etc…Cualquier indicio que me pueda ofrecer una pista, medianamente fiable, de que es un ser que se desliza dentro de unos parámetros que lindan con la normalidad. Aun así, siempre hay alguno que escapa a mi instinto. Pequeños errores que suelo solventar rápidamente, por fortuna.




Y es en ese momento, cuando pondero con despego  e imparcialidad (o al menos, lo intento) todas esas señales que te atraviesan el cerebro  en décimas de segundo cuando ves la foto del sujeto por primera vez. Esa imagen que cada uno elige para presentarse ante el mundo. Unos de forma muy acertada y otros, de manera absolutamente desafortunada. Por supuesto, todo desde mi particular y subjetivo prisma, pero también desde la lógica más aplastante.

Tendemos a pensar, erróneamente, que esa foto solo la verá tu círculo más cercano. No es así. Nunca sabrás las retinas que la escanearán  y el interés o rechazo que puedes generar  con esa portada. Si os pararais a reflexionar apenas unos instantes, seguro que muchos de vosotros la cambiaríais de inmediato.
Vaya por delante mi respeto a que cada uno elija libremente su retrato, pero yo también exijo ese mismo respeto cuando hago uso de mi libertad, de mi criterio y de mis gustos personales para decidir, en pocos segundos, si va a formar parte de mis camaradas virtuales o no. Aunque lo que realmente siempre decide, es mi intuición.

Cuando conoces a alguien en persona, tienes la oportunidad de evaluar cara a cara a ese individuo. Sus gestos, su voz, su manera de mirar, su comportamiento, sus modales…Indudablemente no son señales infalibles con las que puedas forjarte una impresión certera y definitiva, pero es bien cierto que hay personas que te desencadenan un rechazo instantáneo o todo lo contrario. Es decir, hay razones objetivas para tener al menos una opinión limítrofe con la realidad que incline la balanza en un sentido u otro.
En el caso de las redes sociales esa situación se torna inviable y lo único que puedes evaluar es esa dichosa foto de perfil que se convierte en tu inmediata carta de presentación.

Podría escribir un libro con muchas de las recibo a diario; fotos hechas en el cuarto de baño, ahí con las cortinillas de pulpos de fondo,  medio desnudos marcando musculitos, con un cuchillo jamonero en el pecho, portando armas, lavándose los dientes, sujetando el Corán, envueltos en látigos y cueros, haciendo el payaso o muecas extrañas, con aspecto de locos o  con pinta de recién escapados de la serie “Prison Break”, con dibujos animados o citas bíblicas. Puedo continuar, pero seguro que los que hayáis leído hasta aquí, ya habéis captado la idea.

En la sección fauna y flora tenemos a los que consideran que su perro, gato, mandril  o su planta favorita, ya sea un cactus o el manojo de perejil que utiliza para cocinar alcanza el estatus óptimo para figurar en esa foto. ¡No! De ninguna de las maneras. Esto es una red social destinada a que los humanos se comuniquen, intercambien ideas, conocimientos, risas, amistad y lo que se tercie, siempre sin sobrepasar el perímetro del respeto y la buena educación. Lamentablemente, esto no siempre sucede. La foto de tu sapo de Borneo con pedigrí, por mucho que sea el amor de tu vida, no tiene cabida ahí y deberían prohibir tajantemente cualquier perfil cuya imagen identificativa no sea la de un ser humano.
Por supuesto, en las prohibiciones también incluiría a todos los que no  aportan foto de ningún tipo, las que atentan contra el honor y el mínimo buen gusto, las que incitan al odio y/o a la violencia, toda imagen que incluya a un menor  y cualquiera que vaya destilando el más mínimo rastro de falta de veracidad. De este modo ya habríamos liquidado a un buen porcentaje, que buena falta hace.

No comprendo muy bien a todos los que incluyen foto en la que se les ve de espaldas, a lo lejos o solo permiten ver medio rostro. La sensación que me transmiten es de falta de transparencia. ¿Qué quieren ocultar? A no ser que sea alguien a quien conozca, no suelo aceptar estos perfiles.

Navegamos ahora por la siempre incomprensible para mí, y supongo que para muchos más, “sección parejitas”. Nunca he concebido un perfil social así, exceptuando cuando se tiene un negocio o empresa en común. Me parece absurdo, ridículo y exento de madurez y seriedad. Puedo pasarlo por alto cuando eres poco más que un adolescente, pero más allá de ese límite, soy implacable. ¡Es una mamarrachada! Tu pareja no es una prolongación de ti. Es obligado poseer una vida al margen, por muy bien que te lleves con ella, con tus gustos, tus aficiones, tus ideas y con tus propias amistades que no tienen por qué ser las mismas. En definitiva, defender tu identidad por encima de cualquier cosa.
Exponer continuamente lo feliz que eres no hace más que devaluar tu relación igual que si participaras en un mercadillo de baratijas. Publicar de forma continuada fotos de besos, cenas, promesas de amor eterno y cualquier pormenor sobre tu relación, aburre y cansa al personal. Por favor, dejemos de lado el postureo y que el sentido común y la elegancia sean los anfitriones que manejen la fiesta.

Las parejas que más alardean de su relación suelen ser las más inseguras y con la autoestima más baja. Y esto no lo digo yo, sino estudios realizados recientemente a propósito de ciertos hábitos que se repiten en las redes sociales de forma sistemática. Además,  deberíamos ser conscientes de que todo lo publicado en la comunidad virtual ahí queda, In Saecula Saeculorum. Reflexionemos sobre ello, teniendo muy en cuenta que la mayoría de las veces esos amores de película suelen durar menos que lo se tarda en visionarla.

Por último, hablar de qué imagen escogemos cuando lo que queremos es dar a conocer una empresa, actividad o negocio que tengamos. Y ahí sí que es más que conveniente, yo diría obligado, invertir en seriedad. Debe quedar muy claro que detrás de ese negocio hay una persona física y de ese modo asociar el logotipo de tu empresa a un rostro. ¿Pero qué imagen escoger? Hace poco buscaba yo un determinado tipo de empresa para que me hicieran un trabajo. No voy a decir de qué sector para que nadie pueda sentirse herido. Cuando por fin después de ver varias opciones me decanté  por una y vi la foto de perfil que la dueña tiene en Facebook, salí huyendo como alma que lleva el diablo. Con esa imagen lo único que hice fue cuestionar de inmediato su profesionalidad. ¿Precipitado? Tal vez. Un rimbombante nombre para su negocio que no combinaba con la imagen chabacana y jifera que mostraba. Mi primera sensación fue pensar que tenía trazas indiscutibles de loca. Más tarde inspeccioné el resto de sus perfiles en las redes y mis sospechas se confirmaron. ¿Resultado? Pérdida de clientes.

De las descripciones que aportan o el nombre ficticio que escogen para asomarse a esa ventana infinita que es el universo virtual, hablaré en otra entrada, porque el tema da para varios volúmenes.

Texto escrito por Susana Cañil. Derechos Reservados.


5 comentarios:

  1. Vaya, pues muchas gracias por aceptarme entonces. Tengo cara de ser persona de fiar, o normal, al menos. Por cierto, llevo un tiempo con esa palabra: "normal". Qué poca gente se merece llevarla.

    De tu foto me llamó la atención desde el principio los ojos. Transmiten. Cuando uno mira a través del objetivo de la cámara y apunta a los ojos, se ven muchas cosas.

    Encantado de leerte.

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    1. Siempre gracias a ti, José. Leer y comentar lleva un tiempo y yo eso lo valoro mucho. Un abrazo gigante.

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  2. Pero, ¡chica!, si has escrito toda una minitesis analítica de las redes sociales partiendo de la foto de perfil. Tenías el día marketingero, acaso?

    Como el que ha comentado en primer lugar esta entrada, agradecido por haber pasado el corte :-o
    (a saber qué viste en mí...)

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    1. Bueno, tú eras compañera de editorial. La cosa pintaba de otra manera. Luego me enamoró tu forma de escribir y ahora, aunque en la distancia, te considero un amigo. Gracias a ti, Javi, por ser como eres. Abrazo de oso.

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    2. Sí. Cierto. Nos conocimos por compartir desventuras editoriales; aún así, me gustaría agregar algo más a la reata de mi parco comentario de antes.

      Me resulta interesante tu análisis más allá de la superficie (algo tan difícil de ver en los tiempos que nos han tocado vivir) y más cuando me he visto reflejado en algunos recovecos de tus palabras. Yo también ha sido uno más entre esa horda bárbara de los que ponen cualquier cosa en la imagen de perfil en sustitución de la jeta de uno mismo. ¿Razones? Diría que varias. Más allá de presentar una idea gráfica de mis gustos en tal o cual cosa, también lo he hecho para expresar mi estado de ánimo. Por el FB ha paseado un gatete con cara de malo, Balú como piloto del Ganso Volador y una larga lista que va desde lo más oficioso y bragado a lo más necio, colándose incluso mi seria faz.

      La gente, en general, carece de una idea preclara de lo que son las Redes sociales, su importancia, su peso y sus consecuencias (que se lo digan a esos que han ido a entrevistas de trabajo y su perfil de las redes estaba sobre la mesa del entrevistador…). Abraza con fervor cuasi herético ese extraño anonimato o el adoptar un rol diferente; incluso mantener una estúpida capa de intimidad cuando se ventila a los cuatro vientos hasta el color de la ropa interior. Digno todo ello de un libro de psicología de los de calzar sofás. Las imágenes en un perfil son un espejo cóncavo de nuestra realidad; burlada o acertada, pero una doble faz propia de Jano. Quizá por eso, por no reconocerlo como tal, no se toma muy en serio eso de subir una foto que represente la esencia de cada, pues muchos no se reconocen en dichas imágenes.

      Quizá no debieras ser tan dura simplemente por la primera impresión de un simple recuadro que no es más que una exigencia del sistema de la Red (salvo para aquellos que se lo merecen). Yo no sufro tus dolores de cabeza o me entretengo con semejantes diversiones al más puro estilo american black jack, pues no recibo tantas solicitudes, así que no soy nadie para opinar.

      Otro abrazo de oso!

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