Seguidores

martes, 10 de enero de 2017

A PROPÓSITO DE CAÑIL


A PROPÓSITO DE CAÑIL
Epílogo de Curro Castillo


El atractivo irrefrenable de Susana Cañil nace de su condición de apóstata del convencionalismo y las formas. Las externas, claro. Ella, La Cañil, que protege al extremo la expresión pública de las maneras y las mima y protege más que el magnate ruso Roman Abramovich su seguridad. La autora de  “Cañilismos Canallas –La taberna de mi entrepierna-“, se desliza con suavidad, firmeza, agilidad y precisión desconcertantes, como una campeona olímpica de patinaje artístico, en el doble filo de su franqueza kamikaze y su desconcertante apariencia ingenua de princesa perfecta ajena a los vaivenes del mundanal ruido.





Muy dama, muy elegante. Cierto. Propietaria de las escrituras de su identidad. Cierto. Carisma elevado muy por encima de los siempre puntuales doce centímetros de tacón. Cierto. Sin embargo, La Cañil, guarda un póker de ases en la manga. La trastienda ganadora de su inteligencia reserva, en algún lugar, una selva en la que impone su melena de leona libre, voraz, ilimitada e inacabable. El Míster Hyde del Doctor Jeckill  no pasa de aprendiz recién iniciado comparado con la cara oculta de la luna Cañil. En este paraíso tan deseado por instintos de todas las alturas reside la seguridad de sus fortalezas, la legitimidad de su inteligencia, la virtud de su brillantez, la grandeza de su identidad. Valores firmes a prueba de la falsedad mediocre de los que no perdonan el fracaso de su violencia destructiva ante la barrera infranqueable de su autenticidad sencilla y radical. En este espacio de acero aterciopelado Susana dirige con maestría “La taberna de su entrepierna”, con el más puro estilo Rick’s de Casablanca en una mano y un Coctel Cañilov en la otra. Desde este recodo resguardado de su galaxia audaz, La Cañil desafía a su propia alma y abandona sin vigilancia el mapa del tesoro de su memoria. Desde este universo desahoga Susana su dimensión más canalla y espontánea, sin cortafuegos, y acomete hasta la zalamería el origen y el soporte verídico de nuestras evidencias más artificiales...

El epílogo continúa, por supuesto, pero si queréis leer el resto, podéis pedir el libro en:


www.libritienda.com



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Puedes dejar aquí tu comentario