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miércoles, 15 de febrero de 2017

RESEÑA DEL RESTAURANTE ELEKTRA EN MADRID

RESTAURANTES ELEKTRA

Calle Santa Engracia, 108

Madrid

Teléfono: 912 54 59 11


Lleva abierto tan sólo tres meses, pero ya os auguro que será un lugar de referencia en muy poco tiempo.




¿Los motivos? En cuanto leáis mi entrada los vais a entender todos y querréis volar a conocer este delicioso lugar.
Los que me siguen en mi blog ya sabéis mi querencia a reseñar lugares que cumplan ciertos requisitos indispensables para mí, mucho más allá de precios, alta calidad de la comida o postureo innecesario. Éste es uno de esos rincones madrileños que merecen mi tiempo y mis letras.



Con mi amiga Mª Eugenia el día que comimos en ELEKTRA


Es lunes y quedo con mi amiga María Eugenia allí, pues ella trabaja muy cerca. Como llego la primera, entro en el local y  rápidamente un amable chico se acerca a recibirme. Me gusta que la gente que dirige o atiende un negocio acoja al visitante  con simpatía, educación y amabilidad. Aquí lo hacen desde que entras y con eso, ya me tienen ganada.





Si además echas un vistazo alrededor y descubres un lugar plagado de encanto en cada uno de sus detalles, el flechazo es inmediato. Me encanta su decoración; todas las sillas son distintas, de forja, de madera o tapizadas en terciopelo o con telas con alegres y coloridos motivos. Las mesas, unas redondas y otras cuadradas, también en diferentes materiales y en medio del local, una mesa comunal en madera para grupos o, tal vez, para mezclar a gente que quiera conocerse. Todo destila un cierto aire retro pero actualizado.






El local no es especialmente grande y personalmente ese detalle me gusta. La luz que entra a través de los enormes ventanales que dan a la calle Santa Engracia, el ambiente cálido y acogedor que se respira y la comida, de la que luego hablaré, logran conformar un espacio elegante, moderno y delicado. Tremendamente chic.




Mi rincón preferido: un gran sofá en verde musgo, tipo Chester con alegres cojines, al lado del ventanal con una mesa baja y dos butacones de colores. Encima del sofá, una vitrina/librería que alberga botellas, adornos, libros y un reloj que aconsejo mirar de vez en cuando, si no quieres quedarte a vivir allí. Porque aquí el tiempo vuela como por ensalmo.








Nos acomodan en una mesa redonda al fondo del local. Perfecta para dos amigas que hoy comparten confidencias y charla más que trascendente. Nos encanta la vajilla. También aquí vuelven a sorprenderme con platos y vasos desparejados combinados con tan buen gusto que todo resulta armonioso y original.



En Elektra nos vamos a encontrar con una propuesta diferente. ¿Cuántas veces nos ocurre que al tener amigos veganos o vegetarianos nos cuesta encontrar un restaurante donde poder cenar o comer sin que ninguno tenga que renunciar a sus gustos? Bien, pues aquí vas a encontrar una carta de comida fundamentalmente saludable, en su mayoría para veganos y vegetarianos, pero con la posibilidad de añadir otros ingredientes que permitan, a los que no somos forofos de esta opción, compartir velada sin problemas.



Existe la posibilidad de comer de carta o de menú. Hay dos opciones. Uno por 14 euros que comprende un entrante, un plato principal y un postre y bebida. También la posibilidad de medio menú para los que comemos poco.

Nosotras tomamos un exquisito salmorejo acompañado de berenjena. De segundo, una especie de pastel de bacalao desmigado que estaba exquisito y de postre una copa de fresas. Después como cortesía de la casa nos sirvieron un delicioso digestivo.

Obviamente tenemos que volver para probar el resto de la apetecible carta; Ensalada de judía verde de Kenia, Tagliatelle de calabacín, el Risoto Thai o sus tomates amarillos rellenos de escalibada y stracciatella son algunas de las apetecibles propuestas que hacen de este restaurante un sitio al que volver con frecuencia.
Para los carnívoros como yo existe la hamburguesa de buey, con carne proveniente de la "Finca Jiménez Barbero", o la milanesa de pollo de corral entre otras posibilidades.


Todos sus postres son caseros. Otro punto a su favor. Y por si esto fuera poco, abren todo el día ininterrumpidamente. Puedes pasarte para probar un delicioso desayuno, en el que deleitarse con su muesli preparado por ellos mismos o la codiciada tarta de mandarina. Un café a media tarde con un dulce o uno de sus batidos o zumos preparados en el momento charlando en el rincón del sofá en buena compañía. El paraíso.





El local tiene varios ambientes. Una zona con banquetas altas y barra junto al ventanal, la zona del sofá para cafés, la mesa comunal para grupos y en la planta inferior un pequeño saloncito.




Por si todo esto os parecía poco, dos detalles más a tener en cuenta:
Los fines de semana podéis disfrutar de su brunch y … ¡cómo no hacer mención a uno de los apartados en los que más me fijo cuando acudo a un restaurante! El baño.

También aquí obtiene la nota máxima. Un papel pintado de color caldero con delicados pelícanos de fondo, servilletas, jarrones de cristal con flores, un amplio espejo y todo ello dentro de un espacio cuidado y limpio.






En resumen, lugar precioso para dejarse caer a cualquier hora del día, comida rica y espléndida atención del personal.


Merecía una entrada en mi callejón.

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